Jungkook el chico tonto -Vkook

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—Esta es la historia de Nelson y su gran amigo Martin, juntos hicieron hazañas, grandes, grandes, grandes.

—¡Ya cállate Nam!

Namjoon había observado toda la escena que monté hace media hora y no ha parado de cantar esa cancióncita insoportable. Al final terminé riéndome junto a él.

El tonto terminó su última clase y nos encontramos al salir. Me sentí incomodo porque primero, no soy su niñera o madre para andar defendiendolo, segundo... lo mismo que lo primero, joder.

Sus ojos lucían brillantes y una gran sonrisa se mostraba en sus labios. Sus brazos seguían abrazando la agenda.

—T-Taehyung.

¿Cómo puede estar tan feliz y caminar sin problemas después de semejantes patadas que le daban?

Me despedí de Nam quien se fue cantando esa cancióncita.

—El chófer nos espera.

En el transcurso del camino el tonto no dejaba de mirarme, aún cuando seguía impresionandose por el Mercedes. Por mi parte intentaba descansar, pero era incómodo levantarse bajo esa atenta y brillante mirada, ¡de vidrios!

Porque no era mentira, realmente debíamos recoger los conjuntos que me enviaron esta mañana.

Cuando llegamos, el tonto quedó aún más impresionado al admirar la magnitud de mi edificio. Sus pasos tambaleaban al avanzar hacia el ascensor, y su sonrisa no desaparecía por nada.

Tuve miedo de pasar la tarjeta y dejarle pasar, es que... parece obsesionado. Tomé aire y pasé la tarjeta, la puerta de abrió e ingresé.

—Pasa.

El tonto pasó con pasos tímidos y admiró todo la boca abierta. ¡Y éste show del niño en shock ya me está cansando!

Caminé hacia mí habitación y oí sus pasos después de los míos.

—¿Es tu habitación?

—Ajá.

El tonto continuó mirando todo con esa estúpida sonrisa, sus dedos tocaron mis sábanas y luego los retiró como si quemaran. Sus mejillas comenzaron a arder y sus manos a temblar.

—Y-yo...

Saqué los diez conjuntos con cuidado.

—¿Sí?

—Eres mi héroe... Taehyung y c-creo que me gustas más...

Le lancé los conjuntos y él los sostuvo como pudo.

—Ajá.

Recogí algunos accesorios más.

—Cuack, cuack.

¿Qué demonios?

—¿Acabas de decir "cuack"?

El tonto bajó la cabeza avergonzado y yo exploté en risas.

Tonto pero tierno.