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Jungkook no despegó la vista de mí durante toda la mañana, afortunadamente mi última clase no la compartía con él, así que podría respirar un poco antes de verlo en la empresa.

Insistió mucho en visitar la empresa, para asegurarse de que toda mi agenda sea fielmente cumplida.

—Cariño, el vestido de Francia me quedó magnífico, ¿no crees? —
Tiffany hablaba sin parar.

—Ajá.

Recorríamos los pasillos de la universidad, con bastante aburrimiento.
Hoseok tenía un ensayo de una obra musical y Namjoon se detuvo a comprar una soda de la máquina. Me apoyé sobre la misma y por un momento cerré los ojos.

Tiffany continuó la conversación con Nam y oí un quejido. Mis ojos se abrieron, esa voz...

Mis pies no se detuvieron, siguieron hasta el final del pasillo y miré hacia el otro lado del pasillo B, donde varios muchachos se reían y pateaban algo que parecía ser... ¿una mochila?

Me acerqué con pasos sigilosos. Unos quejidos se hicieron audibles y pude verlo con claridad. Jungkook estaba en el piso, abrazando su cabeza, los chicos le lanzaban cosas y le proporcionaban patadas. Yo me quedé sin movimiento.

Soy el chico más popular de la universidad, pero sólo por ser el más adinerado y atractivo, no por ser un golpeador de niños nerds. Vale, ese no era mi asunto, cada quien tenía sus problemas, pero eran ocho contra uno y no era nada justo.

Si me golpeaban también, probablemente sus ojos no volverían a ver la luz del día así que...

Tomé aire y avancé. Había una chica junto a ellos y al verme se cubrió los labios con sorpresa, se me hizo conocida.

—Hey, Jungkook. —Todos miraron en mi dirección y se quedaron inmóviles.— Tenemos que ir a mi departamento a recoger los conjuntos para la pasarela de mañana.

Jungkook levantó la cabeza para verme, sus ojos estaban inundados de lágrimas. No dijo nada, se quedó mudo. Así que insistí.

—¿No lo recuerdas? ¿Dónde está tu agenda?

Sus ojos se dirigieron hacia los zapatos de un chico.

Me tomé la molestia de levantarla y librarla del pisotón de esos zapatos, que inmediatamente retiró cuando me vio fruncir el ceño.

—Tienes que cuidarla más, de esto depende mi vida.

Le entregué la agenda y él la envolvió entre sus brazos con fuerza. Entonces asintió, mientras intentaba secar sus lágrimas.

Me dirigí hacia los demás, quienes nos observaban con atención. Oh, esa chica que les hacía compañía, era una que se me confesó hace un año y que rechacé sin contemplaciones.

—Perdón, ¿se les perdió algo? —Mi tono era relajado y sarcástico.

—N-no...

Todos ellos desaparecieron en cuestión de minutos.

Vaya hijos de puta.

Jungkook el chico tonto -VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora