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Mis manos se posaron sobre sus caderas y con la fuerza que me permitieron los brazos, subí a Jungkook en uno de mis hombros. Un pequeño grito salió de sus labios y sus dedos intentaron sostenerse de mi espalda, mientras sus pies se balanceaban de manera peligrosa hasta que logré llegar al borde de la cama, en donde le dejé caer de manera brusca. Estaba cegado de la excitación, aún más cuando esa faldita se había levantado sobre su ombligo y sus manos estaban sobre su cabeza, totalmente sumiso y esperando a que hiciera lo que quisiera con él.

Mis manos recorrieron mi torso hasta tocar el comienzo de mi pantalón, del cual fui abriendo el cierre con calma. Sus ojos se cerraron con fuerza y de inmediato sus manos cubrieron su rostro, vaya qué ironía, vestirse como toda una putita y avergonzarse como una colegiala.

Me deshice del pantalón una vez que cayó sobre el suelo, junto al bóxer azul, ese de chanel que siempre me traía suerte. Mi erección había aumentado de tamaño, podía sentir cómo latía mientras me movía sobre la cama, exigiéndome que se la meta de una jodida vez, pero iba a esperar un poco, tal vez lo suficiente como para mover esas manos de su rostro y dejarlas a un costado. Justo como ahora, que sus ojos pueden verme directamente, paseándose por mi cuerpo una vez y luego desviándose hacia otro lado con vergüenza. Yo no podía dejar de sonreír con cada una de sus tontas, pero excitantes acciones.

Tomé el borde de aquella tanguita y la fui bajando lentamente, batallando en la parte de su entrepierna pues él no estaba colaborando mucho, porque ni siquiera sabía lo que iba a suceder. Hasta que al final le arrebaté la prenda y ante su atenta mirada comencé a aspirar su aroma, tan delicioso como el jabón a base de rosas que le gusta usar. Él jaló el borde de la falda para cubrir su entrepierna, pero yo moví su mano para subirla de nuevo.

—Si la vuelves a bajar, te juro que la voy a romper.

Sus labios estaban abiertos, húmedos a simple vista, delatando su respiración agitada y pesada. Su erección era notoria hasta el momento, era una escena irreal, con esos muslos muy bien formados y un poco abiertos para mí, exponiendo parte de esa entradita virginal que aún no me conoce, pero que lo hará muy pronto y ese pene, joder, esa palpitante extensión que está recostada sobre su vientre. Tiene la zona tan lampiña y suave que me permite ver la forma de esos testículos, un poco más oscuros del tono rosa de su pene, que seguramente están esperando impacientes dejarse venir.

Me incorporé arrodillado sobre la cama, envolví mi erección con aquella tanguita y comencé a masturbarla con lentitud. La tela se iba pegando en ciertas zonas de mi pene, pero aún así se movía se arriba hacia abajo, luego con más velocidad hasta permitirme maldecir en un suspiro cargado de deseo. Jungkook se cubrió los ojos al observarme en esa situación, así que tuve que mover sus manos otra vez.

—Mírame bebé, mira cómo... me tienes, mh.

—T-tae...

Sus pupilas se hallaban dilatadas y sus ojos brillantes. Admiré cómo sus manos bajaron con cuidado sobre su ombligo y jalaron el borde de la falda para cubrir su entrepierna. Gruñí de pronto y dejando de lado aquella tanga, tomé la tela de la falda, ésta se sentía tan delgada y elástica que fue tarea fácil para mí, jalar de ella y romperla por la mitad, hasta que ambos extremos se separaron dejando de rodear su cintura.

Sentí pena, era realmente muy bonita, pero estaba jodiéndome así que la lance muy lejos, a la mierda.

—Te lo dije.

Las palmas de mis manos comenzaron su recorrido desde aquellos muslos hasta su cintura, fue una delicia sentir cada una de sus curvas, una más grande que otra e igual de atrayentes. Levanté la mirada y vi una sonrisa en esos labios, en tanto sus ojos se cerraban disfrutando de mis caricias.

Jungkook el chico tonto -VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora