Capítulo • 2 •

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La Federación en Contra del Sentimiento Engañoso era una de las fuerzas más importantes y aterradoras de aquella nación, después de todo, había sido creada con el único propósito de adoctrinar a la sociedad, meterles miedo para que no desobedecieran a los líderes y siguieran las órdenes que se le daban, aquellas que venían desde hace muchos años.

La creación de esta Federación había sido la parte más esencial de aquel terrible régimen, pues sus acciones eran tan horribles, que las personas tenían muy en claro que, para asegurar sus vidas, debían seguir al pie de la letra cada ley.

Un grupo de personas que destrozaban familias, rompía lazos afectuosos, en pocas palabras monstruos sin alma que no les importaba ver el sufrimiento de miles de personas. Seres totalmente despreciables para la sociedad, sentimientos que no trataban de ocultar, pues día tras día, ese odio de los ciudadanos estaba presente.

Claro que eran repugnantes, cuando su propósito de vida y entrenamiento fue una completa tortura.

No eran voluntarios aquellos que formaban la Federación, claro que no. El entrenamiento iniciaba desde muy jóvenes, buscaban niños de entre 8 y 10 años, los arrebataban de las familias, otros los robaban de los orfanatos y los enlistaban para prepararlos como futuros soldados de esa Federación.

Él viene de la segunda fuente, de un orfanato. Recuerda vagamente, un viernes el director del orfanato despertó a todos los niños, hizo que las cuidadoras los vistieran y llevaran al patio, donde cada uno estaba formado. Había oficiales en aquel lugar y un hombre de blanco cabello mirando a cada uno de ellos.

Tenía miedo, aquellos hombres se veían muy intimidantes, no sabía que sucedía, pero esperaba que fuera solo un momento, para regresar al comedor a almorzar, había escuchado que la cocinera había hecho udon, él tenía mucha hambre.

Pero no se esperaba que, ese fuese el último momento en que estaría en el orfanato.

Aquel siniestro hombre miraba a cada uno de los niños, hasta que se detuvo frente a él, su pequeño cuerpo de solo 7 años temblaba, no quería tenerlo cerca. Su delgado brazo había sido atrapado y fue arrastrado por ese hombre. Lloró y pataleó, no sabía lo que sucedía, pero tenía miedo, imploró al director y los demás niños que lo detuvieran, pero parecía que tal como él, todos tenían miedo.

Fue llevado a un lugar lejos del orfanato, donde había más niños, muchos niños, cada uno asustado. Llorando y aterrados, muchos de ellos habían sido separados de sus familias, de sus seres queridos, de su hogar.

Pero ese era solo el inicio de su infierno.

Las torturas eran el pan de cada día, adiestrándolos para ser completamente obedientes, entrenándolos para ser las personas más fuertes de la nación, cosas demasiado terribles para solo unos niños.

Pero era eso, o una muerte inevitable. Solo los más capaces, aquellos que valían la pena eran dignos de formar aquella nueva generación de la Federación. Los débiles que se quedaban atrás, simplemente serían un estorbo, ejecutándolos sin piedad alguna.

Él no quería eso, no quería seguir sufriendo, pero le tenía más temor a la muerte a que todo ese martirio, su aferro a la vida era más grande que cualquier tortura.

Años y años de entrenamiento formaron la personalidad de aquellos nuevos soldados, despiadados y sin sentimientos, fueron entrenados para no sentir nada, no pensar nada, simplemente para obedecer, para cumplir con su único objetivo: mantener orden en la sociedad.

Me enferma el amor. 「 Dazatsu 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora