Capítulo • 17 •

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Varios días habían pasado desde aquella última acción del grupo rebelde y para la mala suerte de la Federación, una vez más había tenido fracaso al intentar atrapar algún integrante del grupo. Shibusawa no estaba precisamente contento con el resultado de su desempeño, menos cuando habían hecho algo tan grave como transmitir su mensaje por medio de la televisión.

A pesar de que interrogaron a los civiles que trabajaban en aquel edificio, ninguno pudo darle información que les fuera de ayuda, dándose rápidamente por vencido de poder atrapar alguno en esa ocasión. Aun así, su investigación no desistió, ahora más que nunca la Federación se encontraba presionada por su superior, no podían permitirse bajar la guardia.

Pero ese no era el único problema, desde ese día, las personas en la nación tenían un comportamiento distinto al que normalmente tenían. Las miradas desaprobatorias de las personas habían aumentado en gran número, siempre que alguno de ellos trataba de hablar con algún civil para reunir información, el trato que recibían era mucho más indiferente al que estaban acostumbrados, con palabras dichas en un tono de seriedad, e incluso molestia, siendo lo más córtate posible, tratando de evitarlos.

Ninguno de la Federación entendía porque este comportamiento. Si bien estaban acostumbrados al desprecio por las personas, esos días el sentimiento se había intensificado, sintiéndose en el aire un odio hacia ellos que llegaba a incomodarlos.

Aun así, no creyeron que esa actitud representara un peligro.

Hasta ese día.

Como cualquier otro día, se encontraba realizando guardias en el sector A, acompañado de Akutagawa que miraba las cámaras para asegurarse de que no sucediese algo en los sectores vecinos. Aparentemente todo se encontraba en normalidad y creyeron que se trataría de un día normal de trabajo, donde aquel grupo de rebeldes solo estarían escondidos entre las sombras.

Pero al escuchar un alboroto en la plaza principal, supieron que algo andaba mal.

Ambos se dirigieron a la plaza. Si había algún tipo de desorden, esperaban encontrarse a algún miembro del grupo rebelde que estuviese haciendo de las suyas, algo que sería extraño, pues no notaron algo sospechoso en las cámaras de seguridad y atacar directamente el sector en donde el líder de la Federación estaba era arriesgado.

Al llegar, notaron que no se trataba del grupo rebelde.

Un pequeño grupo de civiles se encontraba en la plaza, en una especie de huelga improvisada, causando asombro en ambos, quienes se miraron extrañados por la situación, nunca antes gente común y corriente había hecho algo similar.

Atsushi trató de mantener la calma, esperando que su compañero hiciera lo mismo. Así, con cuidado se acercaron a aquel grupo de personas, las cuales, al darse cuenta de su presencia, les dedicaron aquellas miradas de desprecio.

—¿Qué es lo que sucede aquí? —preguntó con seriedad Atsushi. Tratando de no intimidarse por aquel desprecio que se reflejaba en el rostro de las personas.

—Estamos exigiendo ver al mandatario. —respondió un hombre.

—¿Para qué? —inmediatamente recibieron un gruñido por parte de Akutagawa. Algo que no mejoraba en absoluto el ambiente, pues consiguió un ceño fruncido de parte de aquella persona, un rostro que delataba la molestia que sentían.

—Para obtener justicia, no seguiremos dejando que sus malas acciones atormenten a nuestra nación. —el humor en el azabache empeoró tras aquel comentario, como si Chuuya tuviese la culpa de la situación en la que se encontraba aquel país.

Me enferma el amor. 「 Dazatsu 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora