Capítulo • 26 •

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Desde la última vez que el grupo rebelde hizo acto de presencia atacando al sector Rojo, la sociedad se había vuelto loca nuevamente.

La tensión de las personas por enfrentarse a la Federación era mucho más grande, pero seguían sin tomar el suficiente valor como para revelarse, pues las amenazas de Shibusawa seguían latentes, intimidando a toda la población.

Pero ese miedo poco a poco iba disminuyendo. Si bien, seguían temiendo a las represalias de sus acciones, permitir que esta gente hiciera lo que se les diera la gana con su libertad y derechos era algo que cada vez se volvía más intolerante.

Aunque ese no era el principal problema y mucho menos el único.

Los disturbios regresaron, pero no como tal en contra de la Federación o lugares importantes para el gobierno. La sociedad estaba dividida en dos bandos: los que apoyaban al grupo rebelde y los que apoyaban al gobierno. El grupo dominante eran los primeros, por ello llegaban a hacer más ruido en la sociedad, hubo incontables peleas entre gente de este tipo; discusiones verbales o más fuertes llegando al punto de involucrar golpes.

La Federación no sabía exactamente qué hacer a estas personas, fácilmente quizá solo debían arrestar a aquellas que estaban del lado del enemigo, ¿pero realmente era justo favorecer a uno de ellos cuando ambos habían hecho daños? Incluso las demandas de sus "simpatizantes" llegaban a ser más desastrosas, el orden de la sociedad se iba decayendo poco a poco.

Shibusawa tampoco sabía qué medidas tomar. Al no estar atacando directamente al gobierno no era algo que pudiera controlar tan fácilmente, pero aun así siguieron arrestando personas, buenas, malas, quienes estuvieran perturbando con el orden.

Así estuvieron casi dos meses después del ataque del grupo rebelde. Cuando las personas se dieron cuenta de que el gobierno las silenciaría de cualquier manera, regresaron las protestas. Los más valientes eran los que se arriesgaban a hacer dichas huelgas, destruyendo cualquier lugar importante para el gobierno, ya no les importaba las consecuencias, si debían morir, morirían peleando por su libertad, pero ya no querían que la nación fuera así de despiadada. Claramente hubo muchas personas arrestadas los primeros días, pero luego de una semana algo cambio.

Durante una protesta, como ya era común, había llegado la Federación, pero antes de que se dispusieran a atrapar a las personas, el grupo rebelde hizo aparición para comenzar a distraerlos, dando tiempo a los civiles de escapar, entorpeciendo su trabajo.

Desde entonces aquel grupo había estado apoyando y dirigiendo a los civiles que estaban dispuestos a revelarse, enfrentándose solo lo necesario a la Federación para crear tiempo y así ayudar a los civiles de huir. Al ser un verdadero caos, los oficiales no sabían exactamente qué hacer, si caer en la trampa del grupo rebelde o dedicarse a la captura de las personas. Trataban de hacer ambas, pero siempre los rebeldes tenían un plan para escapar, perdiendo su tiempo al perseguirlos.

A pesar de que la nueva técnica de los revolucionarios hizo que la gente arrestada disminuyera significativamente, seguían atrapando gente, pero eso sí, menor que al principio.

Recibir directamente el apoyo del grupo rebelde había hecho que aquella valentía que tenían los civiles incrementara, pues tenían el sentimiento de no estar solos en esta lucha. Sentimiento que comenzaba a desesperar a Shibusawa.

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Me enferma el amor. 「 Dazatsu 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora