Capítulo • 35 •

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Los labios de Akutagawa se torcieron con notable frustración al escuchar el silencio a través de su celular. Ya había olvidado las veces que había marcado a los números que se le habían dado y ninguno parecía contestar, lo cual podía significar un gran peligro.

Estaban en serios problemas.

Al inicio de aquel día todo parecía ir normal, el día anterior intercambió la información necesaria con el grupo rebelde para planificar el rescate hacia Atsushi, dándole datos como la hora exacta en la que se llevaría la ejecución. Ellos trazaron su plan y él ideó el suyo para poder escaparse del revuelo que se estaba llevando a cabo para ir a hablar con Chuuya.

Incluso a una hora antes de que le ejecución iniciara, había recibido confirmaciones de los demás, sobre que todos estaban listos y seguirían al pie de la letra cada paso que tenían en su plan.

Pero hubo algo que haría que sus planes se vinieran abajo.

Cuando comenzaron a preparar todo para llevarse a Atsushi, hubo unos cortos instantes donde pudo estar con él, le habló, queriendo saber cómo se sentía, sorprendiéndose por lo que obtuvo; una mirada de completa seriedad, sin alguna expresión que se reflejara en su rostro. Era... completamente diferente al día en que se vieron.

Evidentemente no esperaba una expresión alegre o de emoción, pero si una de tristeza e incluso de miedo. Sin embargo, no había nada de ello, era similar a aquel rostro que solía tener hace más de un año, aunque más severo. Que le haya mirado con tanta indiferencia le había creado un mal presentimiento.

Algo había hecho Shibusawa. No solo lo sabía por el comportamiento en el albino, también por la calma escalofriante que tenía su superior, como si supiera que algo bueno para él fuera a pasar. Si comparaba su comportamiento de cuando le informaron sobre que el traidor era Atsushi, la diferencia era enorme. Aquel día por poco pierde la cabeza, la furia y molestia eran palabras suaves para definir el cómo se sentía, pero luego de que hablara con Atsushi, parecía que todos sus pesares se hubiesen esfumado.

Esto sin duda era una trampa, simplemente una farsa para hacer que el grupo rebelde cayera ante ellos. Lo que terminó confirmando su teoría fue el momento en que vio que Shibusawa le hacía entrega a Atsushi de una navaja y simplemente fingía estar esposado.

Debía impedir como fuera que el grupo rebelde viniera, su superior había hecho algo con Nakajima, no sabía exactamente qué, pero no era el mismo que conocían.

Pero por más que llamaba, no contestaban sus llamadas, envió un sinfín de mensajes, pero tampoco eran respondidos, quizá... ya era demasiado tarde para hacerles retroceder. Si no había modo para advertirles que las cosas no estaban bien... quizá, ya habían declarado su propia derrota.

Sentía una gran impotencia por no poder hacer nada, cuando menos se dio cuenta, se encontraba en la plaza del sector A, preparando todo para dar inicio a aquel evento. ¿Realmente se iba a quedar con los brazos cruzados a esperar que el grupo rebelde cayera en la trampa de Shibusawa? Si no podía evitar que ellos vinieran... al menos trataría de cumplir con su parte lo antes posible.

El plan era que, mientras ellos creaban aquel revuelo, él aprovecharía el caos para regresar al sector Rojo e ir por Chuuya. Shibusawa había indicado que todos deberían estar presentes en la ejecución de Atsushi, pues sabía que aparecería el grupo rebelde, entonces todos debían pelear para trabajar, ninguno podía quedarse, era por ello que aprovecharía aquel momento para fugarse.

Pero debido a que, si hacía eso, probablemente terminarían perdiendo, debía traer cuanto antes a Chuuya y ante ello, se le ocurrió un plan que le haría tener varios minutos de ventaja. Por eso, en medio de los preparativos, Akutagawa se acercó hacia su superior, tratando de mantener un rostro serio, no quería levantar sospechas de ningún tipo.

Me enferma el amor. 「 Dazatsu 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora