En unos minutos llegó, dándose cuenta de que Tachihara ya se encontraba en la entrada del edificio. Respiró hondo y se acercó hasta él, captando su atención.
—Bien, hay que entrar para comenzar con nuestro trabajo. —informó con tranquilidad Atsushi. Como respuesta recibió un suspiro y no se dijeron nada más.
Atsushi abrió la puerta del edificio y se dirigieron a la parte del sótano, bajando unas escaleras que lo llevarían a las celdas que había en ese lugar. Abrieron otra puerta para entrar a aquella especie de habitación, en donde se encontraron con sus compañeros que vigilaban al único prisionero que se encontraba en las celdas del lugar.
—Nosotros nos encargamos a partir de aquí, descansen ustedes. —le dio la indicación de retirarse a Sigma y Lucy, los cuales agradecieron por medio de una reverencia. Y, sin esperar se marcharon del lugar, dejándolos solos en pocos minutos.
Atsushi caminó hasta la celda en donde el prisionero se encontraba, torciendo sus labios al ver su mirada molesta, la cual se suavizó cuando intercambiaron miradas, algo que duró poco pues el mayor terminó mirando hacia otra parte, haciéndole tambalear un poco. Seguramente debería estar preocupado por lo que le sucedería o angustiado por sus compañeros, debía de estarla pasando mal.
El menor se sobresaltó cuando escuchó un golpe contra los barrotes, girando rápidamente hacia su lado derecho, donde Tachihara había pateado la celda, en un intento de intimidar al pelirrojo, quien más allá de asustarse, miró con mayor molestia al otro.
—¿Creías que siempre se iban a salir con la suya? Es una lástima para ti y para tu patético grupo. Es momento de que caigan. —expresó con voz molesta. Claramente se sentía satisfecho de finalmente atrapar a una de aquellas personas que tantos problemas les han estado dando, ganas de golpearlo no le hacían falta.
Sakunosuke no dijo nada, no le daría el gusto de responderle. Cosa que fastidiaba enormemente a Tachihara, pues esperaba tener una reacción asustadiza, no una que lo desafiaba completamente.
—Suficiente. Nuestro único deber es vigilarlo, no fastidiarlo. Shibusawa-san se encargará de esa parte, así que ten por seguro que pagará por sus crímenes. —habló con voz grave, regañando a su compañero para que se comportara, el cual solo chasqueó la lengua.
Pero aun así sonrió. Todos sabían lo despiadado que era Tatsuhiko, ansiaba escuchar los gritos de dolor que soltaría por las torturas que aplicaría para sacarle información. Era cosa de que pasara la noche para presenciar eso, así que debía de ser paciente.
Obedeció al albino, tampoco tenía ganas de discutir con su líder, no había caso que lo hiciera después de todo. Por ello mejor se recargó en la pared mirando en todo momento al prisionero que no bajaba la guardia en ningún instante, manteniendo su ceño fruncido, aun sí la parte central de su frente comenzaba a doler.
Mientras tanto, Atsushi simplemente tomaba asiento en el suelo, mirando de manera discreta todo el lugar. Sobre ellos había tres focos largos que iluminaban la habitación, miró a sus lados, observando las celdas vacías que había. Así estuvo durante varios minutos, con los tres completamente en silencio.
Cuando consideró que ya había pasado el tiempo considerable, respiró hondo para dejarlo salir en un suspiro, era momento de actuar.
Metió lentamente su mano en uno de sus bolsillos, teniendo el cuidado de que Tachihara no se percatara de su movimiento, pero al ver que estaba más concentrado en llevar una batalla de miradas con Oda, supo que no habría algún problema. Así que de su bolsillo sacó una pequeña piedra que recolectó del jardín.
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Me enferma el amor. 「 Dazatsu 」
Romance«Pero es cierto, no hay un amor "saludable" que exista aquí. Por eso somos la Federación en Contra del Sentimiento Engañoso, abrazando pero destruyendo nuestro amor y llorando por encima de ideales. Cantando una melodía para idiotas sin un lugar a...
