Capítulo • 31 •

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El exceso de luz que se infiltraba por las blancas cortinas comenzaba a iluminar la habitación, molestando a sus párpados. Volteó para darle la espalda a la ventana que daba contra su rostro, pero a pesar de que le gustaría seguir durmiendo en esa cómoda calidez, su reloj interno le estaba indicando que era momento de despertar. Se negó por unos minutos, pero terminó cediendo.

Con cuidado se sentó sobre la cama, sintiendo como el cálido cobertor se deslizaba hacia abajo. Bostezó grande y comenzó a abrir sus ojos con pereza, comenzando a mirar a su alrededor. Se quedó con la vista perdida por unos instantes, hasta que recordó el lugar en el que se encontraba, sintiendo como su pecho comenzaba a calentarse.

Bajó su mirada y vio aquel brazo con vendas desacomodadas rodear su cintura. Siguió el camino de aquel brazo hasta llegar a su dueño; Dazai se encontraba aún dormido con sus brazos extendidos hacia él. Atsushi sonrió ampliamente, no recuerda alguna noche en la cual hubiese dormido tan bien, quizá se debió a que en todo momento fue abrazado por el mayor. Ambos lo suficientemente juntos como para no pasar frío o porque durante toda la noche fue arrullado por el gentil latido del corazón ajeno, o simplemente porque estaba con Dazai.

Atsushi volvió a recostarse a su lado, teniendo su mirada atenta en su rostro tranquilo, admiraba cada facción de Dazai dormido, como soltaba las relajantes respiraciones, o lo suave que subía y bajaba su pecho. Alzó su mano y la llevó a aquel mechón de rizado cabello que se interponía en su vista, llevándolo detrás de la oreja. Con solo verlo ya sentía a su interior burbujear en una extraordinaria felicidad, sin poder retener una sonrisa por lo lindo que le parecía el mayor.

—Dazai... —murmuró suavemente el nombre del mayor, mientras sus dedos comenzaban a tocar sus mejillas, vio como éste torcía los labios y arrugaba la nariz, pero siguió con los ojos cerrados. —Ya es de día... despierta. —siguió hablando de la misma manera, llevando su mano libre a la mejilla restante del otro.

Escuchó una queja de Dazai y éste se acercó más a él, abrazando más fuerte su cintura mientras se encorvaba hacia él, como un niño pequeño que abrazaba su oso de peluche. Su comportamiento simplemente hizo reír al menor, quien llevó sus brazos alrededor del cuello contrario para abrazarlo de igual manera, bajando un poco su cabeza para besar la de Dazai.

—Dazai. —repitió otra vez, recibiendo otro apretón de éste.

—No quiero. —se sorprendió un poco, su voz no sonaba somnolienta.

—¿Ya estabas despierto? —Osamu asintió a su pregunta y alzó un poco el rostro, fijando su mirada en el rostro de Atsushi, sonriéndole con cariño.

—Buenos días. —saludó para luego inclinarse y besar sus labios, sintiendo como los de Atsushi temblaban en el acto. —No hace mucho desperté, pero te veías tan lindo dormido que quise seguir así. —habló melosamente.

—Entonces si ya estás despierto es hora de levantarse. —la sonrisa de Dazai se desfiguró antes esas palabras, aflojó su cuerpo y se volvió a hundir en el hombro de Atsushi.

—Pero quiero estar así contigo por más tiempo, quiero quedarme así todo el día. —puchereó a la vez que lo abrazaba fuertemente y entrelazaba sus piernas contra las del menor, agitando una vez más al corazón de Atsushi. Si era honesto, a él también le gustaría estar así el resto del día, pero sabía que no se podía.

—Pero no podemos... ambos tenemos cosas que hacer, ¿no hoy era cuando irías a aquella entrevista con Kunikida-san? —escuchó al mayor chillar.

Luego de que capturaran a Oda, al estar revelada su identidad, no podía regresar al trabajo en el bar. Sakunosuke al ser dueño del lugar, se había tomado la decisión de cerrarlo, para tampoco arriesgar a Dazai, pues sería el primero en ser interrogado por haber sido compañero de trabajo. Para no dejar desempleado al castaño, Kunikida le había mencionado que podría trabajar en la empresa donde él trabajaba, pues había hablado con su jefe para abrir una vacante en el área de administración.

Me enferma el amor. 「 Dazatsu 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora