Capítulo • 34 •

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El ambiente en el almacén era deprimente y silencioso, ninguna de las personas presentes se atrevía a decir algo, ya sea porque no tenían algo para decir, o porque las palabras simplemente se quedaban atascadas al ver a su compañero; con los codos sobre la mesa, sus manos unidas y la mirada hacia abajo, con una expresión de desesperación.

—Capturaron a Atsushi entonces... —quien tuvo el valor para romper con aquel silencio había sido Kunikida, volviendo más amargo el pesar que se sentía en el ambiente.

—Todo fue mi culpa... no debí dejar que tomara mi lugar... tuvieron que arrestarme a mí, no a él... —expresó Dazai con voz apagada, tras ver como la persona que amaba se sacrificaba por él. Era un suceso que lo había dejado bastante mal.

—Atsushi no iba a permitirlo. Me imagino que él llegó a la conclusión de que, si te llevaban al sector Rojo sería imposible sacarte de ahí incluso con su ayuda, no después de lo sucedido con Oda. La única forma de salvarte era entregándose en tu lugar. —habló con seriedad Ranpo.

Hoy no había risas ni bromas por el amor que sentía Dazai hacia Atsushi, pues su pesar fue contagiado a sus compañeros.

—Aun así... él debió huir... —todavía se negaba a aceptar lo que había sucedido.

—Pienso que, de haber huido, lo hubieran encontrado fácilmente, debido a que tienen muy controlados a los integrantes de la federación, si él hubiera escapado, ambos hubieran terminado en la misma situación. Al menos tu lograste salir de eso. —las palabras de Ango no le servían en absoluto, prefería mil veces haber sido él quien estuviese arrestado ahora en vez de Atsushi, aun sí lo que decía el otro era cierto.

—Lo que más me preocupa es la facilidad con la que la antigua Federación dio con Dazai, no sabemos cuánto tiempo han estado investigando, pero como para que Atsushi no lo hubiese notado, pienso que llevan relativamente poco en libertad. —Katai habló algo nervioso.

Entendían todo el sentimiento de Tayama, todos igual se encontraban algo angustiados por la liberación de la antigua Federación. Si bien Atsushi les advirtió lo peligrosa que era, no creyeron que llegaran a ese nivel de hallar por cuenta propia a un integrante del grupo rebelde sin siquiera haberse enfrentado a ellos anteriormente.

Ahora sin el albino quien los ayudara con la información del sector Rojo, claramente quedaban en desventaja contra Fyodor y sus hombres. Pero, aunque fuera un problema realmente grave, estaban más preocupados por lo que sucedería con Atsushi.

—¿Qué es lo que haremos? —preguntó con angustia Kenji, mirando a sus compañeros quienes no sabían exactamente qué hacer.

—Lo salvaré... sea como sea. No permitiré que lo maten. —Dazai se expresó con determinación, mientras se colocaba de pie y alzaba la mirada, mostrando aquel sentimiento en su rostro.

—Es muy arriesgado, ni siquiera sabemos si sigue vivo ahora, debes pensar con la mente en frío. —Ango le regañó, creando una molestia en el pecho del castaño por sus palabras, pero antes de poder responderle, escucharon algo en el exterior.

Ango y Dazai callaron al instante, todos giraron hacia la entrada de donde provenía aquel sonido, extrañando a cada uno de ellos. Estaban los diez integrantes del grupo rebelde ahí, nadie más que ellos conocían la ubicación de su fase secreta, más que Atsushi, creer que era el albino llenó sus cuerpos de ilusión y emoción. Sentimientos que se borraron al completo al ver una persona completamente diferente y lo único que compartía era el uniforme de la Federación.

Rápidamente ellos se pusieron a la defensiva: Oda, Yosano, Kunikida y Junichiro tomaron en sus manos armas y apuntaron hacia aquella persona. Mientras que Katai, Naomi y Kenji se asustaban al ver un oficial invadiendo la base del grupo rebelde, Ango y Ranpo creyeron que finalmente habían torturado lo suficiente a Atsushi para conseguir información. Solo Dazai, pareció estar relativamente tranquilo al ver a aquella persona.

Me enferma el amor. 「 Dazatsu 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora