Capítulo • 11 •

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Los siguientes días pasaron con normalidad, un poco más tranquilo pues las acciones del grupo rebelde habían pausado luego de diferentes ataques y disturbios provocados por ellos. La peor parte se la llevaba Atsushi, ya que en cada uno de ellos trataba de atrapar a Dazai, quien siempre le salía con un comentario peor que el anterior, estropeando su objetivo de capturarlo.

Y ese día Dazai quería fastidiar a Atsushi.

Por la seguridad del grupo rebelde, Kunikida había sugerido que se mantuvieran un poco inactivos para hacer que la Federación bajara la guardia nuevamente, lo que estaba matando de aburrimiento a Dazai.

Quería sentir esa diversión de ser perseguido por Atsushi y de molestarlo durante su trabajo, no era lo mismo a cuando se reunían ocasionalmente a beber algo. Si bien esos momentos también le agradaban, la mirada determinada del menor le incitaba a querer que lo siguiera, pero no podía levantar sospechas, mucho menos en su trabajo, cosa que Atsushi sabía perfectamente, por ello siempre se contuvo cuando visitaba el bar.

Los mensajes entre ambos seguían dándose, conversando de cosas irrelevantes, cualquiera que viera su bandeja de mensajes, no creería que fueran enemigos, pues durante esas charlas era cuando se mostraba su amistad. Esos momentos también los apreciaba, pero extrañaba aquellos divertidos en donde huía del menor.

Por ello, idealizó aquel nuevo plan. Dazai era lo bastante listo y fuerte para ingeniárselas solo, si seguía órdenes de Kunikida era simplemente para no poner en peligro a sus compañeros, pero si actuaba el solo no tenía que haber alguna preocupación, por ello planificó un ataque que, luego de pensarlo, era una excelente idea, pues no solo lo haría con tal de encontrarse con Atsushi.

Últimamente le preguntaba al albino sobre qué sector patrullaría en esa ocasión. El menor siempre le respondía y para asegurarse de que le dijera la verdad, ese día paseaba por la zona, buscando al menor y encontrándolo, así fue hasta que un día le mencionó el sector que quería.

El sector B, donde se centraba el plan que había ideado. No debía preocuparse por la intromisión de algún miembro de la Federación que no fuera Atsushi, la Federación había adquirido un nuevo patrón: cada uno de ellos se centraría de cierto número de sectores. El número de integrantes de la Federación no daba para que todos estuvieran en un mismo sector, así al tener mejor vigilado cualquier anomalía se la informarían a su líder y éste les daría la indicación de cómo actuar o si todos debieran reunirse en ese mismo sector.

Así que, con toda tranquilidad, ese día se dirigió hasta el sector B, usando la típica ropa y máscara que era parte de su disfraz de rebelde. Esquivó las cámaras de seguridad y se aseguró que ningún civil lo viera, llegando así hasta su objetivo: un monumento en honor a aquel gran líder que inició todo ese infierno.

Con una botella de aerosol en azul comenzó su cometido, la agitó para preparar la pintura y frente de él comenzó a escribir un mensaje. Las pocas personas que pasaban miraban a aquel sujeto, unos se quedaban viendo asombrado y otros simplemente se fueron rápidamente de ahí, pues sabían que los problemas se acercaban.

"Para conseguir nuestra libertad, empecemos destruyendo con el pasado que empezó todo esto."

Fue el mensaje que escribió, una vez terminado se apresuró para realizar su verdadera travesura, pues con seguridad sabía que alguien ya sabía de su movimiento.

Lo cual era cierto. Atsushi que patrullaba el norte del sector (contrario a donde Dazai se encontraba) miraba como todo estaba en aparente tranquilidad, hasta que se detuvo a mirar las cámaras a través de su celular, que le hizo encogerse de hombros al ver lo que observaba en una de ellas: un tipo en túnica con una máscara de kitsune pintando en el suelo.

Me enferma el amor. 「 Dazatsu 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora