Capítulo • 3 •

1.7K 215 96
                                        


Sus párpados comenzaron a abrirse con pesadez, soltó otro bostezo mientras tomaba asiento en el sofá. No supo en qué momento se había quedado dormido.

Cuando su vista se aclaró, se percató de la prenda que tenía encima, siendo la gabardina que tenía puesta Dazai el día anterior. A ello recordó todo lo que había sucedido, recordando en donde estaba.

—¡Oh! Buenos días Atsushi-kun. —Escuchó la amable voz de Dazai. Giró hacia donde estaba, acercándose hacia él. —Parece que estabas cansado, caíste completamente dormido luego de tomar el té. —expresó con diversión, porque aquel hecho había sido provocado por él, gracias al somnífero que había vertido en el té.

—Si, eso creo... —respondió el menor con voz perezosa. Dazai sonrió por aquella acción, rápidamente acortó la distancia y llevó sus manos hacia el frente, extendiéndole unas ropas al menor, captando su curiosidad.

—Te traje un cambio de ropa, la tuya está maltratada y sucia, también sería bueno que tomaras un baño. Debe ser incómodo estar así.

Atsushi le miró con sorpresa por las palabras que se le dijo, miró dudoso la ropa que se le estaba siendo dada, alzó sus manos, sin saber exactamente qué hacer, ¿estaba bien recibirlo?

—Yo... Quizá lo mejor es que me vaya ya... —mencionó Atsushi, bajando sus manos para rechazar el gesto de Osamu, quien solo ladeó su cabeza hacia un costado.

—Yo te recomendaría que te quedaras. —y rápidamente Atsushi le miró aún más sorprendido de lo que estaba. —Qué estés bien ahora no significa que te hayas recuperado, tus heridas están sanando, si haces movimientos bruscos harás que se abran de nuevo. En especial la de tu pierna, la herida que dejó el disparo que te dieron es delicada, aunque quieras irte te será difícil moverte, es peligroso por la vida que llevas.

Explicó Dazai, tratando de sonar suave para que Atsushi lo reconsiderara, sea como sea, no podía dejarlo irse, así que en el silencio que se presentó, Dazai estaba pensando en un segundo plan en caso de otra negativa del menor.

Atsushi solo mordió su labio inferior, pensando en lo que se le dijo, realmente no era algo que le molestara, había pasado por cosas peores, además, si sucedía lo que Dazai decía, seguro sería atendido por sus superiores, realmente no había alguna preocupación. Pero la voz de Dazai le estaba haciendo dudar, un gesto muy amable, una amabilidad que nunca había presenciado, ¿cómo podía negarse? Aun así, debía hacerlo.

—Quédate conmigo hasta que sanes completamente. —aquella frase le hizo despabilarse de sus pensamientos, volviendo a mirar al otro, viendo como le sonreía. —No me molestaría cuidar de ti hasta entonces, la verdad me siento muy solo aquí, así que tener compañía puede ser agradable.

Los labios del menor temblaron por aquellas palabras, sintiéndose algo extraño. De repente se sintió nervioso de mantener contacto visual con Dazai, haciéndole bajar la mirada, cosa que Osamu notó.

«Esa fue una reacción bastante tierna para ser el jefe de una Federación llena de monstruos.» pensó Dazai, teniendo una de sus cejas alzada por el asombro, parece que al menos su nueva compañía no sería una molestia.

—Bueno... supongo que estará bien... —terminó aceptando el albino, hundiéndose en su lugar. Dazai se sintió más tranquilo, pues realmente no tuvo que insistir mucho para que accediera.

—¡Perfecto entonces! Te ayudo a dirigirte al baño en lo que preparo algo de desayunar. —Habló con aparente alegría, a lo que Atsushi solo asintió. —Vamos.

Le ofreció una mano a Atsushi para ayudarle a que se colocara de pie, con cuidado aceptó el agarre y se alzó, sintiendo como su cuerpo ardía y crujía por los diversos golpes que se hizo, se quejó de dolor, pero no fue impedimento para levantarse. Así con lentitud, Dazai guio a Atsushi hasta el baño, lo que no demoró más de dos minutos.

Me enferma el amor. 「 Dazatsu 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora