CAPÍTULO TRES.

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Después de haber viajado por más de 18 horas nos encontrábamos en el aeropuerto Mammoth Yosemite. Ya habíamos recogido nuestras valijas y por suerte, nada se había perdido. Los cinco nos dirigimos hacia la entrada del aeropuerto, era bastante pequeño a comparación de muchos que conocía debido a que funcionaba solamente para vuelos nacionales y no tenía tantos vuelos regularmente.

— Fíjense si hay alguien con un cartel o algo. — dijo Dante y asentimos.

— ¡Allá! — respondió Benja y todos volteamos a ver. Nos acercamos hasta allí y los dos hombres nos observaron.

— ¿De Argentina? — preguntó uno de ellos.

— Si. — respondimos.

— Me llamo Jason y él es Garrett, seremos sus acompañantes hasta dejarlos en el hotel. — dijo. — Les diremos sus nombres para comprobar sus identidades. — todos asentimos. — Dante Alonso Domínguez, Benjamín Villalba, Camila Ferrari Prieto, Renata Díaz y Fernando Sánchez.

— Somos nosotros. — respondió Fer.

— Genial. ¿Tienen abrigo a mano? — preguntó Jason. — Les recomiendo que se lo pongan porque hoy está algo fresco. — no lo pensé ni dos veces, abrí mi mochila, saqué mi campera y mi bufanda.
Aunque el invierno era mi estación favorita, cuando refrescaba solía resfriarme bastante rápido si no me abrigaba lo suficiente. Una vez que todos terminamos de abrigarnos volvieron a hablar. — Ahora sí, vamos a una camioneta que nos está esperando afuera.

Caminamos hasta la calle y una "combi" blanca estaba delante de nosotros. Subimos todas nuestras valijas y entramos al vehículo.

Durante aquellos quince minutos de viaje desde el aeropuerto hasta el resort no había podido apartar la vista de la ventana. La tranquilidad que transmitía aquel paisaje era inexplicable. Las montañas, las calles y los árboles llenos de nieve, el día soleado que contrastaba, todo era más que perfecto.

Al llegar nos ayudaron a bajar las valijas y nos acompañaron hasta la parte de atrás del resort donde había algunas cabañas.

— Ahora vendrá el gerente para poder explicarles el funcionamiento de todo. Mientras tanto les dejamos esta tarjeta con nuestros números agendados, cualquier cosa que pase pueden contar con el personal del hotel o con nosotros. — dijo Jason y todos asentimos.

— Les recomendamos que una vez que se hayan instalado y estén desocupados consigan unos chips para sus celulares con el número de acá, así no les cobran un elevado precio desde su país y pueden comunicarse gratis entre ustedes. Tampoco solemos utilizar whatsapp salvo que sea alguien que viva en otro país, sino nos manejamos por mensajes normales. — nos aconsejó Garrett.

— Genial, muchas gracias. — respondió Renu con una sonrisa.

— De nada chicos, nos vemos.

— Adiós. — dijimos los cinco.

Algunos minutos después Thomas, el gerente del resort, se nos acercó, se presentó y nos invitó a pasar a una amplia cabaña con muchas sillas donde ya había algunos grupos de jóvenes que debían de ser de distintos países.

Durante media hora nos explicaron las normas básicas del hotel, como funcionaba todo el sistema, nuestros horarios tanto laborales como libres, nuestros permitidos semanales, y muchas cosas más.

Al terminar la charla, cada uno había sido llamado para entregarnos una tarjeta de acreditación que no debíamos de perder y varios papeles con la información personal incluyendo nuestro puesto laboral, días laborales y libres, y los horarios para los recesos.

Quizás sea para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora