CAPÍTULO VEINTISEIS.

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Nos habíamos despertado hacía más de una hora, pero entre unas buenas secciones de besos y otras cosas que pueden llegar a imaginarse, nos habíamos quedado en la habitación hasta que nos levantamos y decidimos ir a desayunar.

— ¿Qué quieres hacer hoy? Estaba pensando en que podríamos ir a pasear por la Hollywood Boulevard — le propuse mientras me sentaba con mi taza de café.

— En realidad ya sé a dónde podemos ir, pero es una sorpresa. — admitió y abrí mis ojos sorprendida. ¿Qué era lo que tenía en mente?

— La idea de este viaje era que las sorpresas fueran para vos, no para mí. — respondí.

— Lo sé, pero en este caso prefiero agasajarte por todo lo que hiciste por mí. — explicó.

— Está bien, espero que me sorprendas. — comenté.

— Estoy completamente seguro de que lo haré. — respondió egocéntricamente.

Durante la media hora siguiente lavé y limpié todo lo que habíamos usado para desayunar mientras él terminaba de organizar lo que teníamos que llevar a ese "misterioso lugar". Había tratado de sacarle información o pensar donde podría llevarme en esta enorme ciudad que era Los Ángeles, pero me había quedado sin ideas.

Cuando el rubio regresó al salón con mi mochila y la de él ya preparadas, salimos de la habitación para dirigirnos al estacionamiento en busca de nuestro auto.

— Es necesario que uses esto. — dijo una vez que entramos al vehículo y mostrándome un pañuelo de color negro. — Es solo hasta que lleguemos a destino.

— Y después era yo la que te iba a secuestrar... — respondí tomando el pañuelo y atándomelo a la altura de los ojos. Escuché una carcajada proveniente del rubio, y segundos después sentí como el auto se ponía en marcha.

El viaje no me pareció tan largo como creí que sería y tal vez eso había sido debido a que como no podía ver absolutamente nada de los alrededores, Liam me había puesto música y no había dejado de cantar. Definí no tenía la mejor voz del mundo, pero no se me daba nada mal, o eso era lo que me había dicho el rubio.

Sentí como el auto se detuvo y agudicé mi oído para poder escuchar lo que hablaban aunque se me hizo bastante complicado porque Liam comenzó a hablar bastante rápido y con muy poca suerte solo reconocí algunas de las palabras que pronunció.

Doblamos en varias oportunidades y podía escuchar el ruido de muchos autos a nuestro alrededor por lo que supuse que debía de ser un estacionamiento. Cuando por fin el auto se detuvo, intenté quitarme la venda pero el rubio no me lo permitió.

— No es la mejor parte para que te la quites. Toma mi mano y yo te llevo hasta donde sea el mejor lugar. — me recomendó.

— Liam...

— Por favor Cami, confía en mi. — a pesar de no poder ver ese hermoso rostro podía sentir sus súplicas como si las estuviese viendo.

— Está bien. — acepté. Esperé algunos segundos hasta que el rubio apareció al lado de mi puerta y me ayudó a bajar.

Lentamente comenzamos a caminar sin saber en dónde iba a terminar, pero podía escuchar la voz de mucha gente a nuestro alrededor y me preocupaba que me viesen como una estúpida caminando con este pañuelo que me tapaba los ojos.

— Bueno ahora sí. — dijo Liam una vez que nos detuvimos. — Espera que te ayudo. — se puso detrás de mí para ayudarme a desarmar el nudo que había hecho. Cuando el pañuelo desapareció de mis ojos y pude ver en donde me encontraba, algunas lágrimas comenzaron a escaparse de mis ojos. Esto era un sueño hecho realidad. — ¡Sorpresa! — gritó a mi lado y no pude contenerme, por lo que lo abracé con todas mis fuerzas.

Quizás sea para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora