Nos habíamos despertado hacía más de una hora, pero entre unas buenas secciones de besos y otras cosas que pueden llegar a imaginarse, nos habíamos quedado en la habitación hasta que nos levantamos y decidimos ir a desayunar.
— ¿Qué quieres hacer hoy? Estaba pensando en que podríamos ir a pasear por la Hollywood Boulevard — le propuse mientras me sentaba con mi taza de café.
— En realidad ya sé a dónde podemos ir, pero es una sorpresa. — admitió y abrí mis ojos sorprendida. ¿Qué era lo que tenía en mente?
— La idea de este viaje era que las sorpresas fueran para vos, no para mí. — respondí.
— Lo sé, pero en este caso prefiero agasajarte por todo lo que hiciste por mí. — explicó.
— Está bien, espero que me sorprendas. — comenté.
— Estoy completamente seguro de que lo haré. — respondió egocéntricamente.
Durante la media hora siguiente lavé y limpié todo lo que habíamos usado para desayunar mientras él terminaba de organizar lo que teníamos que llevar a ese "misterioso lugar". Había tratado de sacarle información o pensar donde podría llevarme en esta enorme ciudad que era Los Ángeles, pero me había quedado sin ideas.
Cuando el rubio regresó al salón con mi mochila y la de él ya preparadas, salimos de la habitación para dirigirnos al estacionamiento en busca de nuestro auto.
— Es necesario que uses esto. — dijo una vez que entramos al vehículo y mostrándome un pañuelo de color negro. — Es solo hasta que lleguemos a destino.
— Y después era yo la que te iba a secuestrar... — respondí tomando el pañuelo y atándomelo a la altura de los ojos. Escuché una carcajada proveniente del rubio, y segundos después sentí como el auto se ponía en marcha.
El viaje no me pareció tan largo como creí que sería y tal vez eso había sido debido a que como no podía ver absolutamente nada de los alrededores, Liam me había puesto música y no había dejado de cantar. Definí no tenía la mejor voz del mundo, pero no se me daba nada mal, o eso era lo que me había dicho el rubio.
Sentí como el auto se detuvo y agudicé mi oído para poder escuchar lo que hablaban aunque se me hizo bastante complicado porque Liam comenzó a hablar bastante rápido y con muy poca suerte solo reconocí algunas de las palabras que pronunció.
Doblamos en varias oportunidades y podía escuchar el ruido de muchos autos a nuestro alrededor por lo que supuse que debía de ser un estacionamiento. Cuando por fin el auto se detuvo, intenté quitarme la venda pero el rubio no me lo permitió.
— No es la mejor parte para que te la quites. Toma mi mano y yo te llevo hasta donde sea el mejor lugar. — me recomendó.
— Liam...
— Por favor Cami, confía en mi. — a pesar de no poder ver ese hermoso rostro podía sentir sus súplicas como si las estuviese viendo.
— Está bien. — acepté. Esperé algunos segundos hasta que el rubio apareció al lado de mi puerta y me ayudó a bajar.
Lentamente comenzamos a caminar sin saber en dónde iba a terminar, pero podía escuchar la voz de mucha gente a nuestro alrededor y me preocupaba que me viesen como una estúpida caminando con este pañuelo que me tapaba los ojos.
— Bueno ahora sí. — dijo Liam una vez que nos detuvimos. — Espera que te ayudo. — se puso detrás de mí para ayudarme a desarmar el nudo que había hecho. Cuando el pañuelo desapareció de mis ojos y pude ver en donde me encontraba, algunas lágrimas comenzaron a escaparse de mis ojos. Esto era un sueño hecho realidad. — ¡Sorpresa! — gritó a mi lado y no pude contenerme, por lo que lo abracé con todas mis fuerzas.
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Quizás sea para Siempre
RomanceCamila Ferrari Prieto es hija única, un tanto egocéntrica y de fuerte carácter, pero ama viajar y conocer distintos países y ciudades. Decide hacer por primera vez en su vida un "Work and Travel" en el tiempo que duran sus vacaciones de verano. El...