CAPÍTULO DIECINUEVE.

48 8 7
                                    

El insomnio se había tornado mi peor pesadilla aquella noche. Se me había hecho imposible dormir más de una hora de corrido, sin que dejase de soñar o pensar en Liam y en lo que había sucedido hacía algunas horas.

Me había pasado toda la noche yendo a la cocina a tomar algo, o sentada en el sillón mientras miraba a un punto fijo en la pared, sin hacer absolutamente nada. No lograba entender porque sentía aquel inmenso vacío dentro de mí.

Mientras mi mente no dejaba de hacerme creer que Liam solo había sido un chico más que había conocido en aquel viaje, que no era nadie importante de mi vida y que en algún futuro iba a conocer a muchas personas como él o incluso mejores que él, mi corazón me decía totalmente lo contrario, y en aquellos casos ¿a quién era conveniente que siguiera?

Jamás había experimentado aquella lucha interna en la que dos partes muy importantes de mi dijeran cosas totalmente distintas, me sentía completamente confundida y no lograba pensar con claridad que era lo que tenía que hacer.

A pesar de estar desconcertada y sin respuesta alguna, deseaba hablar con él y disculparme por lo que había sucedido entre ambos, aunque esto llevase a que no quisiera hablarme nunca más. Había intentado llamarlo o enviarle mensajes, pero en ninguna de todas esas oportunidades había recibido respuesta alguna, por lo que finalmente me había dado por vencida y decidí dejarlo de molestar.

Cuando la alarma de mi celular me avisó que eran las seis, me encaminé hacia mi habitación en busca de mi uniforme para poder ir a trabajar aquella mañana. Después de lavarme la cara, maquillarme y vestirme, regresé a la cocina y me preparé un café para lograr no dormirme durante las ocho horas de trabajo que tenía poder delante.

— Hola, no sabía que estabas aquí. — me llevé un pequeño susto al ver a Dante preparándose su desayuno.

— Hola Cami, si, hoy me toca trabajar a esta hora. — confesó. — ¿Cómo estás? — preguntó algo preocupado. Anoche, después de que mis amigos me ayudaron a tranquilizarme, había decidido contarles todo lo que había sucedido entre Liam y yo.

— No logré pegar un ojo en toda la noche, como verás. — admití señalando mis ojeras que no había logrado tapar ni con la base o incluso el corrector.

— ¿Café? — preguntó y asentí mientras me acomodaba en la mesa del comedor. — ¿Intentaste llamarlo?

— Si, toda la noche, pero creo que me bloqueó. — dije mientras apoyaba mi cabeza sobre mi brazo.

— Tranquila, dale tiempo. No creo que deje de hablarte así como así. — habló acercándose a la mesa junto con los dos cafés.

— Es que no te das una idea de la cantidad de cosas lindas que me dijo y yo no le respondí. Si me pasara lo mismo definitivamente no le volvería a hablar a esa persona. — admití.

— Cuando uno está enamorado no logra olvidarse de un día para el otro de esa persona. — respondió mi amigo.

— Es que no entiendo, ¿sabes? Mi mente estuvo toda la noche tratando de decirme que lo dejé pasar, que es un chico más, pero a la vez mi corazón dice que luche por recuperarlo y con cada recuerdo que se me viene a la mente comienzo a sentir mariposas en el estómago.

— Eso es porque estas enamorada. — declaró al dejar su taza sobre la mesa.

— ¿Enamorada? Dante yo no estoy enamorada. — respondí. Eso no podía ser cierto, Liam no me gustaba. Si era demasiado apuesto, pero solo era un chico común y corriente, nada más.

— Todo este tiempo te gustó Liam, pero tu mente trata de hacerte creer que es solo una imaginación y que no es real. En ocasiones como esta tienes que saber que el que siempre tiene la razón es el corazón, porque él es el que siente.

Quizás sea para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora