CAPÍTULO VEINTICUATRO.

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— Por favor cuídense mucho y avísennos cuando llegan. — habló la mamá de Liam mientras nos abrazaba y despedía.

— Tranquila ma, lo haremos. Siempre y cuando esta chica no intente secuestrarme y llevarme al Polo Norte. — le explicó el rubio a su madre y lo fulminé con mis ojos.

— Te dije que confiaras en mí. — respondí. — Gracias Alice por traernos.

— No hay de que, cariño. Pásenlo hermoso y mándenme muchas fotos. — respondió volviéndome a abrazar.

Agarré mi valija y comencé a caminar hacia el sector donde debíamos hacer el check-in. Estábamos a punto de tomar un avión con destino a Los Ángeles para pasar el cumpleaños de Liam allí. Al final la idea de Renata me había convencido demasiado, por lo que, a escondidas, había empezado a hacer las reservaciones en el hotel y había comprado las entradas para visitar Disneyland California por primera vez en mi vida.

Nos pusimos detrás de la última persona que había en la fila y esperamos nuestro turno para entregar nuestras pequeñas valijas ya que solo iríamos por cuatro días.

— ¿Ahora si me dirás a donde se supone que estamos yendo?

— No puedo creer lo impaciente que sos. — admití sorprendida. — Mira arriba. — dije señalando la pantalla que decía el destino a donde iríamos.

— ¡¿Los Ángeles?! ¿Acaso estas loca? — abrió sus ojos de par en par al ver el nombre de la ciudad.

— Tal vez. — dije riendo. — ¡Sorpresa! Este es mi regalo de cumpleaños.

— Camila no tenías porque gastar tanto dinero en mí, con que pasemos el día de mi cumpleaños juntos, es más que suficiente.

— Bueno, tarde porque ya reservé y organicé los siguientes cuatro días. — respondí encogiéndome de hombros.

— En serio, eres increíble.

— Lo sé. — dije con un toque de arrogancia haciéndolo reír.

Presentamos todos los papeles y despachamos el equipaje que iría abajo del avión. Tomados de la mano nos dirigimos hacia seguridad y formamos la fila hasta que nos tocara nuestro turno de pasar. Una vez que logramos atravesar los controles sin problemas, nos encaminamos hasta nuestra puerta de embarque.

Aún quedaba una hora para tomar el avión por lo que buscamos dos asientos vacíos y nos sentamos a descansar mientras trataba de controlar mis ansias y nervios. Jamás había visitado Los Ángeles, mis papás no eran tan fanáticos de Estados Unidos y siempre que viajábamos - que por cierto, lo hacíamos mucho - era para visitar Europa y todos sus países. Siempre que íbamos allí jamás podía faltar una visita exclusiva a Italia, nuestro segundo país, como solían llamarlo mis padres.

Me recosté en el pecho del rubio y comencé a rascar lentamente su brazo, como solía hacerle siempre que estábamos recostados en su cama. Miré de reojo a Liam y reí en voz baja al darme cuenta de que había empezado a dormitarse a causa de mis pequeños, pero relajantes masajes.

Cuando la voz de una de las azafatas se escuchó por los parlantes de la zona de embarque sabía que era momento de subir al avión. El rubio entreabrió sus ojos, ambos nos levantamos y nos dirigimos a hacer la fila como todos los pasajeros de nuestro vuelo. Le entregamos nuestros boletos de avión y rápidamente caminamos por la pasarela hasta llegar a él.

Buscamos nuestros asientos que estaban al lado del ala izquierda, Liam guardó las mochilas en la parte de arriba y ambos nos acomodamos en nuestros asientos.

Mientras esperábamos a que el avión se llenase de gente, comencé a buscar una película para ver en esta hora y media por delante que teníamos de viaje. Mirar "Doctor Strange: hechicero supremo" después de no haberla visto hacía bastante tiempo me pareció una muy buena idea y al rubio obviamente le fascinó ya que era uno de sus superhéroes favoritos.

Quizás sea para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora