CAPÍTULO NUEVE.

81 11 14
                                    

Hacía una hora que había llegado al trabajo y no había podido tomarme ni siquiera un mínimo descanso. Al parecer estos días había un gran festival de nieve que se celebraba todos los años en estas fechas, pero en distintos pueblos de California y este año Mammoth Lakes había sido el elegido, por lo que durante estos días millones de turistas y californianos habían estado hospedándose en este resort como en tantos otros hoteles que habían en el pueblo.

Mi celular desde hacía quince minutos que no había dejado de sonar, pero la realidad era que no llegaba ni a poder leer aquellos mensajes de mis amigos. Cuando finalmente terminé de atender a la última persona que había en la fila, me senté en el taburete que estaba pegado al mostrador y comencé a leer los mensajes. Ayer habían decidido crear un grupo de whatsapp con los californianos porque según mis amigos "podríamos estar más comunicados", palabras de ellos, no mías.

Bloqueé mi celular y levanté mi vista para centrarme de nuevo en mi trabajo cuando me sobresalté al ver a Avery, Nathan y Oliver enfrente de mí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Bloqueé mi celular y levanté mi vista para centrarme de nuevo en mi trabajo cuando me sobresalté al ver a Avery, Nathan y Oliver enfrente de mí.

— Hola Cami, te dejamos nuestra tarjeta de la habitación. — dijo Nathan.

—Está bien. — dije agarrándola y guardándola en el mueble que teníamos detrás del mostrador donde se encontraban las cosas de todas las habitaciones del resort. — ¿Y Liam?

— Creo que quiso quedarse desayunando en el hotel, porque en unos días ya nos vamos. — dijo Avery y asentí disimulando el asombro. — Bueno, te dejamos. Nos vemos luego.

—Está bien. Adiós, chicos. — respondí y volví a fijar la vista en mi computadora.

Me sorprendió oír que ya se estaban por ir y era verdad. Habían pasado casi dos semanas desde el día en que los recibí aquí mismo. Mis amigos habían comenzado a formar una linda relación junto a ellos, aunque yo prefería mantenerme más al margen, como siempre.

Volví a agarrar mi celular y comencé a ver las historias de mis amigos que se encontraban juntos en los Bosques de Palermo, otro de mis lugares favoritos en Buenos Aires. Jamás me cansaba de ir y poder estar en contacto con la naturaleza. Con respecto a mis amigos – si es que se estaban preguntando- ninguno de ellos me había vuelto a hablar para preguntarme cómo estaba o si la estaba pasando bien. Era como si realmente me hubiesen borrado del mapa completamente lo cual me sorprendió, ya que en tantos años de amistad jamás me había pasado algo así en la vida, ni siquiera cuando decidí irme por un año a Londres.

Sabía que había dicho que quería desligarme de mi vida en Buenos Aires, pero tampoco creía que Bautista les había dicho lo que había sucedido entre nosotros, ya que siempre lo mantuvimos en privado.

El teléfono de la recepción me sacó de mis pensamientos, me acerqué y lo atendí.

— Buenos días recepción, ¿en qué podemos ayudar? – hablé.

— La ducha del baño se quedó sin agua caliente, ¿podrían venir a revisar? – una voz masculina sonó del otro lado del teléfono, que a decir verdad me sonó familiar, pero en aquel momento no me percaté.

Quizás sea para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora