CAPÍTULO VEINTINUEVE.

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Hacía varias noches que no lograba conciliar el sueño y todo era culpa de que mañana regresábamos a Buenos Aires.

No iba a negar que definitivamente este había sido el mejor viaje que había hecho en mi vida, y no solo por todo lo que había conocido, sino porque regresaba siendo otra persona, y una muchísimo mejor.

Siempre se dice que el que vuelve de un viaje no es el mismo que el que se fue, pero definitivamente conmigo era totalmente cierto.

Haber aprendido a valorar muchas de las cosas de la vida había sido uno de los cambios más grandes de mi vida, al igual que haber conocido a Liam Anderson y a mis nuevos amigos.

Sin ellos no habría descubierto las cosas más increíbles que tiene la vida que no son solamente el dinero y los lujos, sino el tiempo compartido con las mejores personas que había podido conocer.

— ¿A dónde se supone que estamos yendo? — preguntó con sus ojos vendados. — No es que no te tenga confianza manejando mi auto, pero quiero saber donde vamos porque tal vez estás agarrando mal el camino.

— Tranquilo, sé a dónde estamos yendo y deja de ser tan ansioso, te estas pareciendo cada vez más a mí. — dije mientras frenábamos en un semáforo.

— No sé si eso es bueno o malo. — argumentó y le pegué en su pierna con mi puño. — ¡Ouch! Puedes poner ambas manos en el volante, no quiero morir sin haber visto lo que sucedía a mi alrededor.

— Estamos en un semáforo genio. — respondí y aceleré cuando la luz verde se encendió.

Cuando llegamos al sitio, bajé del auto y caminé alrededor del mismo para abrir la puerta del copiloto, y ayudar al rubio a bajar del vehículo.

Lo tomé del brazo y lo conduje hacia la tienda. Antes de entrar, lo frené, me puse detrás de él y lentamente le quité el pañuelo que tapaba sus ojos.

— ¡Sorpresa! — grité a su lado y no tardó ni dos segundos en voltearse para mirarme.

— ¿Por qué estamos en una tienda de tatuajes? — preguntó completamente desorientado.

— El otro día en la playa dijiste que te gustaría hacerte un tatuaje. — le expliqué.

— No lo decía en serio. — argumentó.

— Yo creo que lo decías muy en serio. — respondí. — Además ¿no era que no teníamos que pensar tanto las cosas y simplemente hacerlas?

— Odio que uses mis frases en mi contra. — finalizó haciéndome reír.

Lo tomé de la mano y ambos nos adentramos en la tienda. Era algo pequeña y estaba llena de dibujos por todas partes. Una vez que di mi nombre y revisó en su lista, nos hizo esperar en un costado hasta que terminaran con una joven que, al parecer, se estaba haciendo su primer tatuaje al igual que nosotros.

— ¿Y qué es lo que tenías pensado hacerte? — preguntó el rubio sentado a mi lado.

— En realidad hice este dibujo hace un par de días y había pensado en que nos lo hiciéramos ambos, como un recuerdo de este viaje y de que nos conocimos. – le expliqué mientras sacaba el papel que tenía guardado en mi bolsillo trasero. Lo desdoblé y dentro estaba el dibujo trazado en unas finas líneas negras donde habían dos pequeñas olas y una de ellas estaba seguida de tres montañas. Lo había pensado en base a nuestro primer encuentro en Mammoth Lakes y nuestros increíbles días en San Francisco y Los Ángeles. — Si no quieres hacértelo no hay ningún problema, podemos ver... — quise seguir pero me calló con un suave beso.

— No, es realmente increíble. Me fascina. — respondió con una sonrisa sincera.

— ¿En serio?

Quizás sea para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora