CAPÍTULO DIECISEIS.

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El sonido de un celular me despertó de aquel increíble sueño que estaba teniendo, no podía creer que eso solamente había pasado en mi imaginación porque en realidad se sentía como si lo hubiese vivido en carne propia.

Al abrir mis ojos y mirar a mi alrededor me percaté del desorden que había en aquella habitación. Ropa en el suelo, sábanas desparramadas por todos lados y yo completamente desnuda. No, no había sido un sueño, de verdad había tenido sexo con Liam anoche por primera vez, y al parecer él se había escapado como la mayoría solía de hombres solía hacerlo.

Me encontraba totalmente sola en aquella habitación. Sí, sola y desnuda, nada bueno podía rescatarse de aquello.

De repente escuché pisadas provenientes de la escalera y cubrí mi cuerpo con la única sábana blanca que estaba a mi lado.

— Hola hermosa, creí que aún dormías. — dijo un Liam recién levantado, debido a que su cabello despeinado lo delataba a siempre vista. Llevaba puestos unos shorts deportivos y su increíble torso estaba descubierto como anoche.

— Me desperté cuando oí un celular que sonó. — admití.

— Perdona fue el mío. Me llamó mi madre para decirme si queríamos ir a almorzar con ellos a su casa, pero les dije que no porque no creí que querías pasar tu último día en casa de mis padres. — respondió y me molesté, aunque sólo un poco.

— No hay cosa que deteste más que decidan por mí. Además, no tengo problema en ir a su casa, de verdad. Me encantaría conocerlos. — confesé.

— ¿En serio? — preguntó sorprendido.

— Totalmente cierto. — finalicé. Él se acercó hasta donde estaba y me besó.

— Entonces... ¿en dónde nos habíamos quedado anoche? — preguntó con una sonrisa sexy en su rostro que me hizo reír.

— En que me vas a preparar el desayuno mientras yo tomo una ducha. — dije escapando de sus brazos y llevándome la sábana conmigo para que no se escapara nada indebido.

— Cami, ¿se puede saber qué haces? Como si ayer no te hubiese visto desnuda. — habló haciendo que mis mejillas se sonrojaran.

— Ayer fue ayer, hoy es hoy. — respondí cerrando la puerta y trabándola desde adentro con la cerradura.

— Camila Ferrari Prieto abre la puerta ahora mismo. — dijo serio.

— Ve a hacerme el desayuno. — respondí mientras abría la canilla para que comenzara a salir el agua.

— Iré a hacerlo pero no porque me lo hayas exigido, sino porque yo también tengo hambre. — finalizó haciéndome reír.

— Como digas. — grité y me metí bajo la ducha.

Después de aquella salvadora ducha, regresé a la habitación en busca de ropa interior debido a que no había agarrado absolutamente nada antes de entrar, salvo por la sábana. Me sorprendí al ver la cama hecha y mi ropa, que antes estaba desparramada por el suelo, ahora se encontraba doblada sobre la cama en perfecto estado. Dejé la sábana acomodada a un lado y me acerqué a mi bolso a elegir que iba a ponerme para el almuerzo de hoy. Era la primera vez que me encontraba tan nerviosa por algo y deseaba dar una buena impresión a pesar de que Liam y yo no éramos absolutamente nada.

Finalmente, luego de rebuscar por varios minutos, me decidí por una camisa blanca con algunas líneas verticales en rojo, una pollera de jean negra, unas medias de nylon negras y unos zapatos de taco bajo que quedaban de maravilla. Una vez que me terminé de cambiar, me maquillé sutilmente y me peiné, bajé hacia la cocina porque el rubio ya me estaba esperando para poder desayunar. Me asomé por la puerta y me sorprendí al tener aquella increíble vista ante mis ojos. Liam se encontraba de espaldas a mí, terminando de preparar algo en la sartén. Sigilosamente me acerqué hasta donde estaba y posicioné mis brazos alrededor de su cintura apoyando mi cabeza y parte de mi cuerpo en su espalda.

Quizás sea para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora