Había llegado nuestro último día completo en Los Ángeles. A pesar de que iba a extrañar pasar días como esos junto al rubio, tenía que admitir que había comenzado a extrañar a mis amigos.
En algunas oportunidades había podido llamar a Renu y me habían dicho que estaban pasando unos increíbles días yendo a la playa y conociendo algunos de los lugares más turísticos de San Francisco.
Como nuestro vuelo salía mañana a primera hora, aún teníamos todo el día de hoy para disfrutar de esta hermosa ciudad. Pero desde que despertamos, Los Ángeles había amanecido completamente nublado y no había parado de llover, por lo que decidimos quedarnos en el hotel durante un par de horas más hasta que pudiéramos ir a recorrer Hollywood Boulevard.
Después de almorzar unos spaghettis caseros, ambos nos encontrábamos en el sillón. Liam estaba sentado a mi lado mirando una de sus películas favoritas de Marvel que pasaban por la televisión, mientras que yo me encontraba recostada escribiendo en la computadora con las piernas estiradas y apoyadas sobre el regazo del rubio.
Por suerte, antes de viajar Avery había logrado reparar mi computadora y ya funcionaba como nueva. Realmente estaba completamente agradecida con él porque no tenía idea de que podía llegar a suceder si perdía todo lo que tenía ahí adentro.
— ¿Qué es lo que escribes siempre en ese word? — preguntó el rubio mientras apartaba su vista de la tele para fijarla en mí.
— Cosas mías. — respondí encogiéndome de hombros.
— ¿Algún día me lo mostrarás? — dijo y comenzó a acariciar mis piernas con ternura.
— Tal vez. — finalicé con una pequeña sonrisa y regresé mi vista a la pantalla para seguir pasando todo lo que había escrito en un cuaderno cuando aún no tenía mi computadora.
Cuando dejó de llover salimos del hotel y caminamos dos cuadras hacia la parada de autobús. Liam había preferido que hiciéramos nuestro último paseo utilizando los transportes públicos en vez de ir en auto. Una vez que tomamos el autobús, nos sentamos al fondo, donde quedaban dos asientos vacíos y esperamos hasta llegar a la estación para tomar el metro.
Al bajar del transporte, caminamos algunas cuadras más y bajamos por las escalinatas para dirigirnos hacia la línea B (red) y esperamos a que el metro apareciera. Luego de subirnos, Liam se puso detrás de mí por las dudas de que algo sucediera ya que el tren estaba repleto de gente. Unas seis paradas y 12 minutos después, habíamos llegado a destino, por lo que salimos de la estación y nos encaminamos hacia la famosa calle Hollywood Boulevard.
A pesar de que ya no llovía más, aún el cielo seguía con esas horribles nubes oscuras que no permitían que sobrepasara ninguna gota de sol, pero sabía que eso no iba a arruinar aquel perfecto día de turismo.
Mis ojos no podían dejar de mirar hacia todos lados por culpa de las hermosas tiendas y lugares que había a nuestro alrededor.
Uno de ellos, y de los que siempre había soñado con visitar era El Teatro Chino de Grauman donde se solían hacer miles de Avant premieres. También estaba allí El Paseo de la Fama en donde se encontraban el piso de cemento lleno de estrellas rosadas con el nombre de muchísimos artistas reconocidos de Hollywood y más.
Después de tomarnos varias fotos en aquellos sitios, seguimos recorriendo la ciudad y entrando a algunas cuantas tiendas en las que había aprovechado a comprar algunas prendas de ropa de marcas que en Argentina no teníamos.
Había logrado conseguir muchísimas cosas en oferta y en aquel momento lo último que me preocupaba era el exceso de equipaje que estaba completamente segura de que iba a terminar pagándolo.
ESTÁS LEYENDO
Quizás sea para Siempre
RomanceCamila Ferrari Prieto es hija única, un tanto egocéntrica y de fuerte carácter, pero ama viajar y conocer distintos países y ciudades. Decide hacer por primera vez en su vida un "Work and Travel" en el tiempo que duran sus vacaciones de verano. El...