CAPÍTULO VEINTIDÓS.

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Dormía placenteramente cuando sentí que algo lamió mi rostro, me sobresalté del susto, grité y caí de la cama al suelo, ¿en dónde se suponía que estaba?

Refregué mis ojos y comencé a ver mi alrededor, definitivamente era la habitación de Liam. Al parecer anoche habíamos dormido juntos, no recordaba como habíamos llegado hasta aquí, pero al parecer lo habíamos logrado.

— ¿Cami estás bien? — un Liam preocupado apareció por la puerta de la habitación y se acercó hasta donde me encontraba.

— Si, solo me asusté porque creo que Groot me lamió la cara. — confesé y él rio.

— Perdona, suele hacer eso bastante seguido. — respondió y me ayudó a levantarme.

— No pasa nada, tranquilo. — dije sentándome en la cama. Liam se sentó a mi lado y me atrajo hacia él depositando un pequeño pero agradable beso en mis labios.

— ¿Cómo dormiste? — preguntó curioso y de repente Groot apareció entre nosotros. — Así que andas asustando a mi chica. — lo acusó, pero el perro lo ignoró completamente. En cambio yo me helé al escuchar salir esas dos palabras de su boca, provocándome que mis mejillas se enrojecieran más de costumbre. — Creo que solo contigo tengo encanto. — confesó haciéndome reír.

— Bastante bien, aunque la verdad no me acuerdo de nada.

— ¿Es en serio? — preguntó abriendo sus ojos como platos y simplemente asentí. — ¿No recuerdas que querías que lo hiciéramos en público? — y en ese instante fui yo quien abrió sus ojos de par en par.

— ¿Qué yo qué? — pregunté shockeada. ¿Qué era lo que en realidad había sucedido anoche?

— Es broma, no pasó nada. — admitió el rubio haciéndome pegar el susto de mi vida. — Solo hubo unos cuantos besos más, fuimos hasta el auto y dijiste que querías dormir conmigo, y eso hicimos.

— ¿O sea que no sucedió nada entre nosotros? — pregunté tratando de entender.

— No, tranquila. Te estabas durmiendo en el auto y tuve que cargarte en brazos. No iba a obligarte a hacer nada y menos con alcohol en tu organismo. — confesó y en ese preciso instante, logré respirar con normalidad.

— Por un momento casi me da algo. — respondí y él rio.

— Por eso preferí terminar la broma ahí. — admitió. — ¿Quieres algo para desayunar?

— Lo de siempre. — dije mientras me recostaba de nuevo en la cama.

— Está bien, ahora vuelvo. — depositó un beso en mi frente y desapareció por el pasillo, seguido de Groot.

Mientras esperaba a que regresase, busqué mi celular, lo encendí debido a que estaba apagado y me sorprendí al ver una interminable cantidad de llamadas perdidas y mensajes. Me había olvidado completamente de decirles a mis amigos que Liam y yo nos habíamos ido después de aquel enfrentamiento con Matthew. Contesté todos los mensajes, aunque fue un poco en vano ya que el rubio se había encargado de mantenerlos al tanto.

Renata: Suerte, pásenlo lindo.

Fernando: Cuídense y usen protección, no quiero ser tío a tan corta edad. 

Reí ante el último comentario de mi amigo y bloqueé mi celular justo cuando Liam entró junto a la bandeja con nuestro desayuno.

— El desayuno para mi bella dama. — dijo con esa radiante sonrisa. Me incorporé, dejando un espacio entre ambos para ubicar la bandeja en medio.

— Gracias. — respondí esbozando una pequeña sonrisa.

— Quiero revisar tu mano. — habló el rubio y en ese momento recordé mi mano lastimada por el golpe que le había dado anoche al vocalista. Al parecer Liam había sido tan amable de vendármela anoche y no se veía tan mal como creí que estaría. — Está bastante bien, igual agradece que ayer me acordé de eso, sino tu mano estaría el doble de peor. — confesó y le sonreí en modo de agradecimiento. — Y ahora quiero que me cuentes todo lo que sucedió con el sujeto de anoche. — pidió y mientras desayunábamos decidí contarle todo lo que había sucedido hacía dos noches.

Quizás sea para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora