Luego de haber disfrutado de una cálida tarde de verano en la playa de Pinamar, como todos los años, habíamos decidido salir junto a mis amigos a uno de los boliches más exclusivos de la zona. Había optado por un outfit bastante sexy, un vestido rojo al cuerpo con escote en "V" y en los pies me había puesto unos zapatos altos del mismo color.
Después de haber podido entrar al boliche, me encontraba bailando junto a Marti y Leila al compas de la música que pasaban en aquel lugar. El boliche estaba llenísimo de gente que no podías casi ni respirar, por lo que comencé a mirar hacia los costados en busca de Bautista para que me acompañara a la terraza que había allí. Por un momento me pareció ver al rubio que se alejaba junto a Bruno hacia la terraza, por lo que me decidí a seguirlos y dejar a mis amigas atrás. Cuando llegué a su lado, lo abracé por detrás, él volteó, me miró a los ojos y me dedicó una cálida sonrisa, de esas que tanto me gustaban.
— Hola hermosa, ¿Dónde estabas? Te estuve buscando. — preguntó mientras me abrazaba y me atraía a su pecho.
— Estaba con las chicas bailando adentro, pero me había dado algo de calor estar con toda esa cantidad de gente y quise salir a la terraza a tomar un poco de aire. — dije con una sonrisa.
— Ven. — dijo tomándome de la mano y llevándome al otro extremo de aquel lugar, donde se podía apreciar el amanecer y el sol saliendo por el mar.
— Que hermoso. — dije alucinada con aquella vista.
— Como tú. — dijo volteándome y acorralándome entre la baranda de vidrio y su cuerpo. Me tomó de cintura e impactó sus labios sobre los míos. Pasé mis brazos sobre su cuello, atrayéndolo hacia mí. El beso comenzó a intensificarse a medida que los minutos pasaban y mis hormonas se iban revolucionando. Se separó de mi dejándome sin aliento, posicionó su mano derecha en mi cuello y con su pulgar comenzó a acariciar mi mejilla.
— Eres realmente hermosa. — dijo, pero su voz se me hizo distinta, abrí mis ojos y me congelé. Aquel chico no era Bautista, era Liam.
Me sobresalté cuando escuché el sonido de la alarma, me levanté rápidamente y la apagué. Sentí todo mi cuerpo transpirado a causa del sueño que acababa de tener. No podía creer lo que el rubio había causado en mí, no era normal que soñara con chicos, de hecho creo que jamás me había sucedido hasta ese día.
Agarré mi celular, mi ropa y mis zapatillas, y salí del cuarto de los chicos sin hacer ruido. Subí corriendo hacia la habitación debido a que el piso estaba demasiado frío y no tenía mis crocs a mano. Abrí la puerta lentamente, intentando no despertar a nadie y me adentré en la oscuridad. Dejé la ropa en mi cama, busqué ropa interior nueva, una toalla y me metí en el baño. Luego de tomar la ducha más rápida de mi vida - porque temía llegar tarde a trabajar - regresé al cuarto, me puse mi uniforme, agarré mi mochila, mis zapatos, mi abrigo y por último mi celular, y salí de aquella habitación.
Terminé de arreglarme y me maquillé en el baño de abajo, una vez lista, me abrigué y rápidamente salí de la cabaña dirigiéndome hacia el hotel. Después de pasar mi tarjeta identificatoria y dejar mis cosas en uno de los lockers, me encaminé al desayunador ya que aún faltaban unos veinte minutos para que comenzara mi turno. Elegí una de las tantas mesas que había disponibles y apoyé mi computadora para reservar aquel lugar. Me acerqué a la mesa larga donde había una variedad increíble de cosas para poder desayunar, finalmente me decidí por unos huevos revueltos, unos hotcakes con chips de chocolate adentro y un té. No solía pedir este tipo de desayunos, pero la realidad era que desde hacía varios días me había apetecido hacerlo.
Me senté en mi mesa, corrí mi computadora y apoyé las cosas en su lugar. Comencé a desayunar mientras me ponía al tanto con algunas cosas del trabajo. El año pasado había comenzado a trabajar en una tienda de diseño de interiores y la realidad era que se había convertido en un sueño hecho realidad; cada día amaba más mi trabajo y la carrera que estaba siguiendo en la universidad. Al fin y al cabo, no había sido tan malo llevarle la contra a mis padres por una vez en la vida.
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Quizás sea para Siempre
RomanceCamila Ferrari Prieto es hija única, un tanto egocéntrica y de fuerte carácter, pero ama viajar y conocer distintos países y ciudades. Decide hacer por primera vez en su vida un "Work and Travel" en el tiempo que duran sus vacaciones de verano. El...