Capítulo 32

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Sara llegó a su casa y lo primero que hizo fue acostarse a dormir.

Durmió hasta que unos ruidos la despertaron. Al parecer Dinah y Malcolm habían llegado acompañados por varios amigos. Sara cerró la puerta de su habitación con llave para sentirse más segura. Pero ella no estaba de ánimos para bancarse esa reunión, o especie de fiesta...

Pensó qué podía hacer al respecto... Y lo único que se le vino a la mente fue Ava. El abrazo que la otra le había dado la había hecho sentirse segura, acompañada... La había regresado a la realidad. ¿Estaría bien pedirle a la otra de verse?

Intentó no darle mucha vuelta al asunto y le mandó un mensaje. Quedaron en encontrarse en el gimnasio.

Sara salió por la ventana de su habitación y fue caminando hacia al gimnasio, intentando que la caminata la ayude a despejarse. Llegó y le pidió a Maze acceso a la torre.

Esperó a Ava sentada en el balcón.

— Hola — La saludó Ava, sentándose a su lado. — ¿Cómo estás? — Le preguntó, llena de preocupación.

— Mal, pero mejor. — Respondió ella con sinceridad.

— ¿Qué puedo hacer, qué necesitas? — Pidió saber Ava, después de un largo silencio.

— Yo no quiero molestarte... — Comenzó a negar ella.

— No me molestas, por algo estoy aquí. — La interrumpió Ava. — Por favor Sara. — Le pidió y agarró su mano.

— Bailar. — Dijo ella, con su vista fija en sus manos unidas. — ¿Podemos bailar? — Preguntó.

— Claro que podemos. — Contestó Ava.

Ava la agarró de las manos y la ayudó a levantarse del piso. Sacó su celular del bolsillo y puso una playlist, luego la sacó a bailar.

Sara la miró maravillada por un instante, esa chica era capaz de hacer todo eso por ella. Sonrió y se dejó llevar por la música y por Ava.

Bailando con Ava supo que podría enamorarse de ella tranquilamente... Pero lo ignoró, ese no era momento para plantearse esas cosas.

Bailaron un largo rato, hasta que se sintieron cansadas y satisfechas. Compartieron un chocolate y después se fueron cada una a su casa.

La siguiente semana fue mejor. Sara se dejó acompañar por sus amigos. Todavía no se sentía con las energías y el humor de siempre, pero por lo menos ya no estaba hundida plenamente en su miseria. Estar con ellos ayudaba, porque siempre alguno lograba sacarle una sonrisa.

— ¡Sara! — La llamó Kuasa, siguiéndola por el pasillo para alcanzarla.

— ¿Si? — Dijo ella, esperándola para poder hablar bien.

— Necesito hablar con vos de algo. — Informó Kuasa, una vez que

— De acuerdo. — Aceptó ella.

— ¿Te acordas de mi hermana Mari? — Pidió saber Kuasa.

— Claro que me acuerdo. — Asintió ella. — ¿Cómo está? — Preguntó.

— Bien, con ganas de aprender a andar en skate. — Respondió Kuasa. — Pero las clases del parque de skates no le están gustando, porque ningún profesor sabe lenguaje de señas. — Agregó.

— Que mal, debe ser medio bajón. — Comentó ella pensativamente.

— Estaba pensando que vos podrías enseñarle, obvio que te pagaríamos por las clases. — Le dejó saber su idea Kuasa.

I hate to see your heart breakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora