Capítulo 4

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Dos peleas. Ella había ganado dos peleas de las cinco que tuvo esa noche. No estaba tan mal para haber sido su primera vez compitiendo, ¿Cierto? Lo único que pudo sacar de conclusión de esa primera experiencia fue que ella tenía buenas técnicas de defensa, pero le faltaba aprender a ser más efectiva en sus ataques.

El lunes se dedicó a recuperarse de los golpes que había recibido y recuperar energías. Tenía varios moretones y un par de cortes en su cuerpo, pero por suerte había evitado que le lastimen la cara. Antes de ir a dormir preparó su mochila para el colegio. En esta guardó un cuaderno de hojas rayadas y uno de hojas cuadriculadas, una cartuchera con lápices y lapiceras, una comic y un mp4.

El martes se despertó teniendo la mala sensación de que ese no iba a ser un buen día. Tal vez eran sus nervios por empezar las clases en un colegio nuevo. Pero comprobó que estaba en lo cierto cuando una chica casi la atropelló con su camioneta y rompió su skate. Sara se sintió destruida por eso y se permitió llorar un par de lágrimas, su skate era uno de sus objetos más preciados. ¿Qué iba a hacer ahora? Ella no tenía dinero para comprar una nueva, ni tampoco se animaba a pedirle a Dinah que lo haga. Por ese pequeño accidente llegó tarde a clase y se tuvo que presentar delante de toda la clase. Sara odiaba presentarse, pero le puso humor y fue sincera, aunque notó que probablemente la mayoría no le creyó cuando enumeró la gran cantidad de hobbies que tenía. También notó que la chica que había roto su skate estaba en esa clase. Y aunque ahora que la veía le parecía hermosa, no le dió mucha atención, ya que a ella no le agradaban las personas groseras que ni siquiera eran capaces de disculparse.

En el cambio de hora, yendo al aula de su próxima clase vio como tres chicos molestaban a un chico tirándole los útiles y sus anteojos al piso, empujándolo contra los casilleros y riéndose de él. Eso le hizo sentir mucho enojo, ella detestaba a los bullies. Así que intervino, y antes que puedan pegarle una patada cuando el otro ya estaba en el piso, se puso en el medio para detenerlos.

— ¿Qué te crees que haces? — Preguntó uno de los chicos enojado.

— Detengo esta tontería, váyanse y dejenlo en paz. — Exigió ella.

— Eso es ridículo, eres una chica. — Dijo otro a las risas. — Además ¿Quién te crees que eres para decirnos qué tenemos que hacer? — Pidió saber divertido.

— Soy una mujer que no le gusta que se metan con alguien que no puede defenderse, ¿les parece justo tres contra uno? — Intentó hacerlos razonar.

— Bien, si no te corres entonces estate lista para las consecuencias porque vamos a ser tres contra dos. — Advirtió el más alto de los tres.

El chico dio un paso hacia ella queriendo amenazarla, pero ella lo apartó empujándolo. Y cuando otro quiso pegarle en defensa de su amigo, ella detuvo el puño con sus manos, y a cambio fue ella quien le pegó una piña en la cara haciéndole sangrar la nariz. Los tres chicos la miraron con furia y se fueron. Sara volvió hacia el otro chico que estaba juntando sus útiles, levantó sus anteojos del piso y se los alcanzó.

— Gracias, eso fue increíble. — Agradeció el chico mirándola maravillado.

— No es necesario que me agradezcas, nadie merece que le hagan bullying, ni que lo peleen sin darle oportunidades justas de defenderse. — Dijo ella sintiendo que no era necesario que le agradezca, porque para su cabeza cualquier persona decente debería haberlo defendido.

— Soy Gary. — Se presentó.

— Un gusto. — Apreció la presentación del otro y luego siguió camino a su clase.

A la hora del almuerzo decidió ir al parque. No tenía ganas de intentar unirse a ninguna mesa porque no tenía ganas de hablar con nadie. Se puso los auriculares y leyó su cómic mientras disfrutaba de la comida y del sol.

I hate to see your heart breakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora