Capítulo 44

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Sara ganó cuatro peleas y perdió una ese domingo. Ella sabía lo que eso significaba, problemas. Mientras se cambiaba en el gimnasio, intentó pensar alguna manera de zafar de la situación que se le venía. Pero, por suerte la solución le llegó sola.

Ava le envió un mensaje de whatsapp diciendo si quería ir a dormir a su casa y ella aceptó.

Así que se fue de Amazó sin que Dinah y Malcolm la vieran, se encontró con Ava y fue a su casa.

— Hola chicas. — Las saludó Pam, cuando llegaron a la casa.

— Hola. — Le devolvieron el saludo.

Ava y Sara siguieron a Pam hacia la cocina y dejaron que ella les caliente la comida que había sobrado para cenar.

— ¿Qué tal estuvieron tus vacaciones? — Preguntó Pam a Sara.

— Bien, tranquilas. No hice nada muy interesante. — Respondió ella con sinceridad.

— Bueno, las vacaciones son para descansar. — Dijo Pam pensativamente. — ¿Por lo menos pudiste hacer eso? — Pidió saber.

— Si, creo que sí. — Asintió ella.

— ¿Con ganas de empezar las clases? — Preguntó Pam.

— Mamá, nadie tiene ganas de empezar las clases. — Dijo Ava, haciéndose la frustrada, lo que hizo reír a Sara.

— Si, creo que nadie tiene ganas de estudiar. — Coincidió ella.

Sara pensó que iba a ser raro tener una conversación con Pam fuera de la terapia grupal. Ella había estado yendo una vez por semana y en esos meses había logrado hablar de varias cosas muy personales: su tortura, sus cicatrices, su hermana, su padre.

La verdad es que Sara tenía cierto temor, como si esperara que Pam consideraría que ella estaba demasiado jodida como para ser amiga de su hija. Pero Pam la trató con amabilidad, como si fuera normal que ella estuviera allí en su casa. Sara apreció a aquella mujer por un instante y se preguntó qué se sentiría si su madre tuviera un mínimo de esa amabilidad con ella.

Ava le pasó un paquete de arvejas congeladas para que las ponga en sus manos. Intentó ser disimulada, pero Pam notó el gesto enseguida.

— ¿Qué pasó? — Preguntó Pam, señalando las manos de Sara.

— Hago boxeo en el gimnasio y hoy tuve entrenamiento. — Respondió ella, usando la excusa que le parecía más creíble.

Pam le dio un par de consejos, como doctora, sobre cómo cuidarse los moretones y las manos. Luego sacó la lasaña del horno y le sirvió una porción a cada una en un plato.

— Bueno, las dejo. — Dijo Pam. — Intenten no quedarse mucho más tiempo despiertas que ya es tarde y mañana empiezan las clases. — Les aconsejó.

Sara y Ava cenaron tranquilas, mientras conversaban sobre lo que esperaban para el comienzo de las clases. Ese era el último año de la secundaría para ellas y eso les traía varias ansiedades ante las decisiones por tomar. También Ava habló sobre Ashley, sobre lo raro que se sentía que su hermana se hubiera ido a la universidad. Era con la primera hermana que realmente sentía el peso de la separación.

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Sara y Ava estaban en un campo lleno de flores. Estaban acostadas en el césped, mientras jugaban a encontrar formas a las nubes del cielo.

¿Puedo besarte? — Preguntó Ava de repente.

Ante esa pregunta Sara reaccionó sentándose. Ava la imitó. Se miraron a los ojos por un largo momento, manteniéndose en silencio.

I hate to see your heart breakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora