Capítulo 24

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Sara salió de trabajar, fue a su casa, hizo las tareas del colegio para el otro día y luego se acostó a dormir.

Durmió hasta que su madre la despertó para que se prepare para la lucha libre que tenía ese día.

Esa noche le tocó pelear con Analgésico, Estrella verde, Fuerza terrestre, Relámpago y Rey dragón. Las primera pelea la perdió, las siguientes tres las ganó. Solo le quedaba la última pelea y ella sabía que tenía que ganarla para no bajar su rendimiento, sino eso le traería problemas con su madre y Malcolm.

La pelea con Rey dragón estaba siendo muy pareja. Ambos estaban dando buenos golpes al otro. Sara estaba muy concentrada, no quería perder. Se defendió lo mejor que pudo y atacó sin pensarlo, haciendo lo que en el momento su instinto le indicaba, como Malcolm le había dicho que tenía que hacer.

Pero de pronto sucedió algo que no esperaba y la hizo quedar paralizada del pánico. En un momento, que ambos cayeron al piso mientras peleaban, Rey dragón le dió un golpe seco en el pecho que le hizo cortar su respiración. Ese instante, en el que no pudo respirar, hizo que su mente se viera repleta de memorias de Damien Darkh. De cómo ese hombre la había ahogado durante sus sesiones de tortura, tanto con bolsas como con baldes con agua. Y al quedar congelada del pánico ante esos flashbacks, fue que perdió la pelea.

El viaje de regreso a su casa fue silencioso. Sara sabía que estaba en problemas y que la esperaba algún tipo de castigo, y no sabía cómo sentirse con eso.

— Al sótano. — Indicó Malcolm, cuando bajaron del auto.

Sara lo siguió al sótano. ¿Qué harían esta vez? ¿La dejarían encerrada o la harían entrenar con la varilla de metal?

— ¿Qué fue lo que hizo congelarte durante la pelea? — Le preguntó él.

— Tuve un par de flashbacks de Darkh. — Respondió ella, algo avergonzada porque no quería hablar con él de eso.

— Una de las primeras reglas que te enseñe cuando empezaste a entrenar es que tenes que controlar tus miedos. — Le recordó él.

— ¿Y cómo quieres que lo controle? — Preguntó ella frustrada.

— Vamos a probar distintos métodos. — Contestó él, pensativamente. — Dime alguno de sus miedos. — Le pidió a Dinah.

— Estar sin movilidad en algún lugar oscuro. — Respondió Dinah.

— ¿Cómo sabes? — Cuestionó ella, sorprendida.

— He leído tus expedientes psicológicos. — Le dejo saber.

Y eso se sintió como una traición más. Su madre había leído sus expedientes psicológicos, había leído todo lo que había sufrido por la tortura de Darkh, y ahora quería utilizarlo en su contra. El corazón se le estrujó en el pecho ante ese nuevo ataque.

— Ponte esto y haz que esta barra quede en medio de tus brazos. — Le indicó él dándole unas esposas y señalando una de las barras de metal que sostenía la pesa con que entrenaba.

— No. — Negó ella.

— ¿Preferís que te ahoguemos? — Pidió saber Dinah.

No, no prefería que la ahoguen. En ese momento tuvo que tomar una decisión, y ella eligió las esposas. Se las colocó a través de la barra como le había indicado Malcolm y las abrochó. Ahora no podía salir de allí, al menos que consiguiera las llaves de alguna manera o trepara la barra.

Dinah y Malcolm apagaron la luz del sótano y se fueron, dejándola sola.

Esa noche fue dura para Sara. La situación la llevaba a revivir muchos de los momentos que había vivido cuando había estado secuestrada. Casi no pudo dormir porque tuvo varios ataques de pánico y un par de pesadillas.

I hate to see your heart breakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora