Capítulo 22

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Jennie se levanta alrededor de las ocho. El Sol ya está brillando, pintando su sala con matices amarilllos. En parte, esa es la razón por la que se queda en este apartamento, pisoteando su orgullo y dejando que su madre pague por este. En la mañana, es deslumbrante si el clima es el adecuado.

Además, la imagen de Lisa parada en la ventana, descalza, tierna y bañada con la luz está grabada aquí para siempre, y ella no quiere olvidarla.

No pensó que volvería a ver eso, pero helas aquí. Lisa, descalza y vestida con los suaves pantalones de Jennie y un suéter de cuello redondo, de pie frente a ella esta mañana. Excepto que en esta ocasión, está haciendo una mueca por la luz y lucha por mantener sus ojos abiertos al dar tropezones mientras sale de la habitación de Jennie. En donde Jennie no pasó la noche.

Sí, definitivamente no pensó que vería a Lisa desvestida en su apartamento bajo estas circunstancias.

"Hola." Dice con cautela, agarrando más fuerte su taza y recargándose contra la barra.

La mueca de Lisa se pronuncia aún más, y de algún modo Jennie siente que no tiene nada que ver con ella, sin duda, es por su monstruosa resaca. "...Hola." Se quedan ahí, Lisa en medio de su sala y Jennie en la cocina, observándose la una a la otra. Mira que da un masaje a sus sienes antes de soltar un pesado suspiro y volver a hablar. "B -- bueno, ya que claramente me viste anoche, no te parecerá sorprendente para nada, pero no recuerdo cómo llegué hasta aquí." Demuestran ser demasiadas palabras para ella, y Jennie mira que se vuelve a estremecer y traga con una visible dificultad.

Su garganta la debe estar matando. "Te dejé un vaso de agua. ¿Lo tomaste?"

Lisa intenta asentir. "Sí. También el advil. Gracias."

"Toma." Jennie se quita de la barra y se pone en acción, sacando otra botella del refrigerador y vertiéndola en un vaso. "Deberías beber más."

"Precisamente es lo que me estuve diciendo anoche." Lisa murmura, pero toma el vaso con un asentimiento para agradecerle, y lo bebe de inmediato. "¿Tienes café?"

Jennie niega con la cabeza. "El café hará que te sientas peor. Deberías ir a recostarte de nuevo. Puedes, uh." Duda sólo por un segundo antes de continuar. "Puedes pasar el día aquí. Si gustas. Será mejor para ti. Debiste haber bebido mucho si no puedes recordar la última hora, te hará bien descansar."

Y aquí está. No recuerda. No recuerda, y Jennie se enfrenta a otra batalla interna cuando trata de averiguar qué hacer.

No recuerda haberle dicho a Jennie la razón de su estado de tal ebriedad. Quizás, es mejor así. La salva de posible humillación; aunque Jennie no está muy segura si Lisa se sentiría humillada por su confesión de anoche. Molesta, obvio. Y ella no quiere molestar a Lisa. Pero si hay algo que Jennie ha aprendido, es que la honestidad es la mejor política, y ocultarle cosas a Lisa jamás le ha conseguido algo bueno. A ninguna de ellas.

Ni siquiera es una batalla, en serio. Lisa tiene el derecho de saber.

La expresión de Lisa es insegura y de disculpa. Y, desde luego, sigue dolorida - una resaca como esa no se va en cuestión de segundos. "No creo que pueda aceptar eso." Le dice a Jennie. "Y... perdón por llegar así."

El corazón de Jennie comienza a palpitar con fuerza en su pecho. "¿Entonces sí recuerdas?"

"Oh, no." Lisa sacude la cabeza y se queja por el dolor que la acción le causó. "Auch. No, no recuerdo, pero a juzgar por mi dolor de cabeza, no dudo ni por un segundo que perdí algunas de mis funciones motoras. No me sorprendería si me dijeras que me estrellé contra tu puerta y me caí cuando la abriste."

toma mi mano | jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora