Capítulo 17

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¿Fuiste delicada con ella?

Te conozco. Por supuesto que lo fuiste. Le abriste la puerta, le diste una de tus sonrisas encantadoras y tus besos fueron suaves.

¿Fuiste igual de delicada que lo fuiste conmigo? ¿Pudo ver el amor en tu rostro? ¿En tus ojos? ¿Besaste su sien cuando acabaste? ¿La abrazaste fuertemente? ¿Dejaste que se quedara la noche entera?

Una de estas chicas, tomadas por despecho -- una de ellas seguro que se convertirá en algo más. Un día, te perderé de una vez por todas, y eso me horroriza. Dios, Lisa, estoy aterrada de ese día.

Ni siquiera sé por qué estoy escribiendo esta carta. No es como si la fuese a enviar en algún momento. No es como si tú la fueses a leer si lo hago.

Quizá, Rosé tiene razón. Quizá mi amor ya no importa realmente, a ella no le importa ni a ti. También, quizá tú me crees. Quizá.

Esta noche, quise embriagarme. No podía sacarme de la cabeza el pensamiento de ti con alguien más, dolió, y quise olvidar. Pero no lo hice. Abrí la botella de vino, me serví una copa y la miré fijamente. Y lloré. Curioso - pensé que ya no me quedaban lágrimas. Uno de estos días, probablemente sí se me acaben, para siempre y de verdad. Vertí el vino en el fregadero. Creo que necesito este dolor. Más que nada, lo merezco, pero también me recuerda el porqué tengo que seguir. Aferrarme a ti.

O tal vez, en serio debería dejarte ir. Estoy muy confundida, Lisa, y no estás aquí para guiarme. No puedo creer que sólo estuvimos juntas dos meses. A veces se siente como si siempre hubieras estado ahí. Ayudándome. Comprendiéndome. Amándome.

No creo que pueda terminar esto.

Jennie suelta un profundo y tembloroso respiro. Es casi la una de la mañana. Le quedan cinco horas para dormir, y luego, es otro día. Se suponía que esto sería terapéutico. Ahora, sólo se siente drenada, y sabe que no podrá terminar esto. Por ende, se pone de pie, arruga el pedazo de papel con palabras escritas con una mano inestable, y lo deja en la mesita de café.

Sube a la cama, y no sabe si teme o espera que esta noche sueñe menos con Lisa.

*

Cada noche que pasa sola, piensa en Lisa en brazos de otra. Pero ella no es -- no siempre está al frente de sus pensamientos, si es que eso tiene sentido. Hay un vida que tiene que dirigir. Amigos, padres, profesores, clases y turnos en el hospital, todo una vez más. Desde cero -- pero realmente no se ha detenido. Siguió adelante. Lo que sea que pasó, ella siguió adelante, y eso es lo que está haciendo ahora; y su mente está igual. Por eso, en las noches cuando Lisa no se aparece, cocina la cena. Come esa cena. Mensajea con amigos teniendo la televisión encendida con algo que le adormece la mente. Piensa en las lecturas que tiene que hacer y las fiestas que se avecinan, a las cuales tratará de faltar, y las citas médicas de su papá.

Sus pensamientos pasan de una cosa a otra, y es como si todo estuviese bien y estable. Lisa no siempre está al frente de sus pensamientos.

Pero siempre está ahí. Es un constante ruido bajo sus preocupaciones y sensaciones diarias. Está en su mente junto con todos esos mundanos pensamientos. Son clases y Lisa. Su papá y Lisa. Qué debería cocinar para cenar y Lisa. No hay un intermedio - es simultáneo. Puede no ser lo único en lo que Jennie piensa. Pero ella es lo único que nunca se va, y Jennie no quiere que se vaya, sin importar lo mucho que le duele. Y sí -- la lastima.

El dolor es otra de sus nuevas constantes. Las noches en las que Lisa no está ahí, significa que, las manos de Lisa son las que están en la cintura de alguien más, y también significa otra aguda punzada en el corazón de Jennie. Los labios de Lisa en los de otra mujer y un desgarre en el pecho de Jennie. Alguna otra chica regodeándose en la sonrisa de Lisa, en sus abrazos y en sus suaves y pequeños besos sobre la refrescante piel; y se forma un amargo nudo que se aloja en la garganta de Jennie, el cual sabe a lágrimas.

toma mi mano | jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora