Capítulo 10

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Aterrizo detrás del sillón e intento achicar mi cuerpo, tengo que respirar hondo varias veces antes de reaccionar.

Los hombres sin perder tiempo, viendo que nadie se entrega, descargan una lluvia de balas provocando que los gritos de pánico de Melanie aumenten, aturdiéndome por unos segundos que se sienten eternos. Meramente disparos de advertencia, ya que se quedan en sus posiciones sin intenciones de terminar nuestra vida. La chica a mi lado salta cuando su puerta estalla al medio, permitiendo que sus guardaespaldas ingresen y le den pelea a los agentes.

Bloqueo el sonido de las balas destruyendo el lugar, de los sollozos de Melanie, y me enfoco en mi alrededor, cada segundo es vital en esta situación. Es como si lo viera todo en cámara lenta, las balas que impactan en el suelo cerca de mi posición, los agentes cubriéndose y los guardaespaldas avanzando hacia ellos. El pulso en mis arterias pide que me sume a la pelea, que dispare a aquellos que interrumpen mi paz y siento el aleteo de emoción en mi pecho dándome la fuerza para ello.

—Dame tu campera —hablo a Melanie.

Tengo que sacudirla un poco para que deje su estado de shock y haga lo que pido, aunque siento que todavía está perdida en su mundo, de forma rápida me coloco la campera para taparme con la capucha. Si los del FBI vinieron por mí, no les voy a dar el gusto de que vean mi rostro.

Intento controlar los latidos de mi corazón y aclarar mi mente, aunque agradezco la adrenalina corriendo por mis venas.

—Vamos a salir de esta —comienzo a decirle a Melanie, quiero abandonarla pero algo en mi interior no me deja, me es útil... todavía. Sus ojos azules apenas me enfocan, sus pupilas se encuentran dilatadas y las lágrimas no dejan de caer—. Necesito que te repongas y me sigas, agachada.

No espero a que me de una señal de que entendió y cuando los uniformados empiezan a avanzar, aprovechando que los guardaespaldas están recargando sus armas, salgo de mi escondite casi arrastrando a la garrapata para cubrirnos detrás de un pilar, el impacto de los disparos no tarda en llegar tras nosotras.

Trago saliva, casi encorvándome por el sonido de más balas, algunos flashes de recuerdos intentan robarme de la realidad y mi corazón se detiene por microsegundos. Tengo que salir.

Desde mi posición, les hago señas a los hombres para que me pasen un arma, dudan pero al final ceden, tirando por el suelo una pistola. Miro para ver la posición de los oficiales y me sorprendo al ver que están más cerca de lo esperado, la mesa queda detrás y ellos avanzan como unidad cerca de los primeros juegos de sillones. Están acorralando a los guardaespaldas que se esconden detrás de los pilares cerca de la habitación, no puedo distinguir ningún tipo de chaleco o protección en ellos. Esta pelea no va a durar mucho.

El cuerpo de Melanie tiembla a mi lado, pero se siente como si fuera peso muerto. La emoción de saber que estoy a punto de ser descubierta libera una presión en el pecho que no era consciente que tenía y me permite respirar con más profundidad, sentir lo flexible y ágil que es mi cuerpo, como si fuera más ligera que una pluma.

Les hago una seña a los hombres para que me cubran.

Tres, dos, uno...

Los disparos suenan y no me detengo a ver quién va ganando, tampoco me interesa, aunque con mi mano hacia atrás suelto dos disparos, para cubrir el cuerpo de la chica. Al salir por la puerta, avanzo rápido hacia el final del pasillo.

—Es un callejón sin salida —solloza Melanie deteniendo su marcha.

No me molesto en contradecirla sino que agarro su brazo obligándola a seguirme el paso, si el FBI está detrás de mí, ella podría ser una buena moneda de cambio. Tengo que pensar en grande.

En La Sangre  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora