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Alexandra
Siempre creí que las personas tienen un límite, un umbral que cuando se alcanza, empiezan a sentir de manera distinta. Me hicieron creer que era casi inmune al dolor, pero los golpes al alma, a mi corazón, me dejaron sin aliento, como si por primera vez pudiera sentir la agonía. Esta corría por mis venas, se anclaba a mis huesos y destrozaba mi carne.
Así que por un segundo, un eterno momento, dejé mis pensamientos correr libres, salvajes.
Y delante de mí, aparecieron solo tres caminos.
Uno donde Malik no me encontraba y mi ambición crecía con el paso de los años, una ladrona mediocre que en su golpe grande, la atrapan. Me encierran en la cárcel, salgo y vuelvo al mismo ciclo vicioso en el que mis padres me metieron.
El segundo, oh, el que culposamente había fantaseado muchas veces en el pasado. Entregaba mi voluntad, mi lealtad a la organización. Era su máquina letal, dejando cuerpos y misiones cumplidas a mi paso, hasta que un día fuera lo demasiado importante como para que Gordon me eligiera como sucesora, y mi camino sangriento solo seguiría, sin final y sin detenerse.
En el último, yo cumplía mi venganza, mataba a Gordon, pero luego, herida por él, encontraba mi descanso eterno. Justicia poética, le dirán. Un trágico, dramático y redondo final para una asesina que cuánto más quería, menos tenía.
Con esos caminos, llegué a la conclusión de que siempre estuve condicionada por la organización, ellos sellaron mi destino tanto si me encontraban, como si no.
Pero luego, él llegó. Y durante su patético discurso comprendí lo que me habían hecho. Lo que yo ignoraba.
Aunque siempre supe que habían dos caminos, dos elecciones y que la gente solía vestirse de grises. Entendí que cada vez que tomaba el camino de la luz, yo cerraba los ojos, ansiosa de volver al otro sendero. Yo era el contrario de Thomas Freeman, pero a la vez su igual. La organización me forzó a elegir uno y a aborrecer, o incluso, temer al otro.
Mi instinto, ese en el que confiaba para mantenerme a salvo, siempre era ignorado cuando iba en contra del camino que ellos me obligaron a adorar.
Un cuarto destino, uno que yo podía elegir y controlar. Donde no debería arrepentirme, temerme o cuestionarme mis acciones. Ellos me entrenaron, pero yo puedo elegir qué enseñanzas quedarme. Qué semilla dejar crecer.
Incluso cuando tuve esa corazonada, esa pequeña intención de ayudar a Thomas con su padre, se sintió mal, como si hubiera algo por lo que sentirme culpable.
Pero cuando tuve el impulso de evitar que Gordon atrapara a Mark, no pude sentirme culpable. No, porque por primera vez elegí con los ojos abiertos, no iba a dejar que las enseñanzas de aquellos monstruos me limitaran, ya no más.
Me iban a atrapar de todas formas, ¿Por qué dejar que alguien que se tomó el tiempo de sacarme de mi miseria, sufrir por mis enemigos? No es que Mark haya ido a rescatarme, pero sí me dio una mano cuando la necesitaba, una mano que me despertó, que me hizo querer salvarme a mí misma.
Tantos pensamientos, preguntas durante estos días, estoy cansada de la incertidumbre. Estoy cansada de perseguir el propósito que alguien eligió por mí, estuve de acuerdo con la idea cuando no tenía nada más. Pero ahora... Sigo sin tener nada más y eso está bien, puedo descubrirlo.
Puedo descubrirme.
Pasé por el infierno y sobreviví, no me van a ver derrumbada tan fácil, no voy a dejar que ganen. Yo soy la reina, y aunque perdí mi papel por un par de días, aún sigo teniendo la puta corona.
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En La Sangre ✔️
AcciónLe robaron su pasado, su nombre. La abusaron, entrenaron y convirtieron en su marioneta desde los trece años, cuando la metieron a una brutal academia de asesinos. Ahora que se graduó, el mundo no está preparado para el peso de su furia, que ardan...