En La Sangre ✔️

Capítulo 43

No se olviden de dejar su apoyo!!

2/8 ;)

Thomas

Con cada firma, con cada apretón de manos, siento cómo las cadenas se rompen y doy un paso más hacia la libertad.

Solo una última cosa, un último detalle que arreglar para luego irme de la ciudad.

Ya no somos bienvenidos y no podría importarme menos.

La empresa, gracias a mi padre y a los errores que ocurrieron en el tiempo en que estaba yo a cargo, estaba a punto de tener serios problemas, los inversores y accionistas estaban por retirarse e irse con la competencia, ya que Jonh no perdió el tiempo en escalar a la cima. Pero mis abogados resolvieron una venta que podría no solo salvarla, sino dejarme libre. Las reuniones con los abogados me tomaron todo un día, horas en las que no pude estar con mi hermana, pero ahora, oficialmente soy un millonario desempleado.

Solo eso, no más Blackblade, no más príncipe torturador, no más empresario. Solo... Thomas.

Entro a mi casa, una de las últimas veces que voy a ver el jardín elegante, la imponente puerta doble de madera, el candelabro de cristal que de niño me embelesaba y las escaleras de mármol en donde una vez me caí.

Una casa de memorias, algunas buenas pero la mayoría malas.

Encuentro a mi madre en la sala, sentada y perdida en su cabeza. Toda la noticia de mi padre siendo encarcelado la tuvo sin cuidado, ayer se dedicó a estar con mi hermana, la sonrisa en su rostro se veía real, una que no había visto en mucho tiempo.

Ella me nota y me mira, sus ojos están cristalizados.

—Ellos... Ellos dijeron que ya no soy bienvenida —susurra.

La miro, confuso.

—¿Quiénes?, ¿Dónde?

—La élite. Año tras año hemos hecho donaciones, cenas, compartido festividades y ahora... —niega, la delicada mano se posa en su pecho—. Dicen que tu padre va a salir culpable y que es una vergüenza ser vistos con alguien que porte el apellido Freeman —se levanta y se pone delante de mí—. Dicen que vas a vender la empresa... ¿Thomas, eso es cierto?

—La acabo de vender. Te dije que nos íbamos a ir lejos.

Ella parece horrorizada ante la idea, como si fuera la primera vez que la escucha o que la razona.

—¿Qué haremos? ¿Dónde iremos? Todos nuestros amigos están acá...

—No, tú misma lo dijiste, madre, no somos bienvenidos. Esta ciudad está llena de ratas, hay que irnos antes que nos coman vivos.

—¡Esto es inaceptable, hijo! ¿De qué viviremos? —su rostro se contrae con horror.

—Tranquila, tengo un plan. La empresa nos dejó mucho dinero, tú tranquila que nada nos va a faltar.

La verdad no tengo un plan, pero tengo un título, una carrera universitaria y fondos suficientes para lo que sea. Una oportunidad, eso es lo que tengo.

—¿Y... él? —Posa una mano en mi pecho, ahora tiene una mirada preocupada y está más pálida que cuando llegué.

Suspiro.

—Va a ir a la cárcel y no nos va a molestar más.

No porque haya sido culpable de ese crímen pero Alexandra dejó buenas evidencias y además, el mejor abogado de la ciudad desapareció, no hay chances de que gane.

Bueno, Vanessa lo desapareció, según Aaron.

—Bien.

Pasa de largo y escucho cómo sube las escaleras. No pude ver la felicidad o tranquilidad que esperaba en ella. Treinta años con alguien como mi padre debe dejar una marca, una que espero que ella pueda sanar.