Capítulo 7

561 131 15
                                    

No se olviden de comentar y votar!

—Tan hermosa como siempre —Javier se levanta de su mesa para saludarme.

—Y tú tan elegante como siempre —no disimulo el barrido que le doy a su cuerpo.

Su cara libre de barba llama a que pase mi mano sobre ella, y sus ojos azules parecen contener una tormenta en ellos, sé que los míos son igual de salvajes, creo que por eso me atraen.

Retira la silla para mí, antes de volver a sentarse. Espero que no asesine con la misma caballerosidad con la que se muestra día a día.

No busco nada serio, él tampoco. Pero como no me quedé la otra noche en su cuarto, nunca lo hago con nadie, él quiso compensarlo con una cena, ¿Qué mejor oportunidad para sacarle sus secretos?

El camarero llega y apartamos la vista del otro para ordenar una copa de vino y unos aperitivos para empezar.

—Nunca supe a qué te dedicas.

—Mi familia tiene un negocio de transportes —toma un trago sin dejar de mirar mis ojos. No se tensa, ni cambia el tono de voz.

Buen mentiroso.

—Supongo que a eso te vas a dedicar el resto de tu vida ¿No es así?

—Esperemos —veo la ambición en sus ojos—. Aunque lo quiero llevar a otro nivel.

—Personas como nosotros podemos hacer lo que queramos —levanto la copa para chocar con la de él, y le doy un lento trago, dejando que el sabor inunde mi paladar.

Las parejas y las familias hacen un ruido suave de fondo, la iluminación cálida y las paredes rojas me relajan, el mantel blanco cubre completamente la mesa, así que no me esfuerzo en juntar las piernas para esconder el arma que tengo pegada a mi muslo gracias a una liga especial.

—Por tenerlo todo —completa mi brindis.

—Pensé que ya lo teníamos todo —respondo dulce.

—Siempre se puede tener más —me da media sonrisa. Algo me dice que está en la ciudad por algo más que acostarse con chicas y jugar tenis— ¿Placer o negocios?

— ¿Disculpa?

—Si estás en la ciudad por placer o por negocios.

—Soy de la clase que puede tener las dos al mismo tiempo —me río.

Mis negocios son pura diversión, para mí claro.

— ¿De qué trabajas?

—No tuve la suerte de tener a mi familia apoyándome —su cara se torna burlona—, pero viajo por el mundo haciendo encargos para personas importantes.

—Toda una mujer independiente.

Todavía no, pero pronto.

—Tal vez —me encojo de hombros—. La gente sin ambición no es la que triunfa.

—Me gusta tu forma de pensar.

La comida llega y nos dedicamos a comer en un silencio cómodo. Como si ninguno tuviera ganas de barrer las cosas de la mesa y comernos como dos lobos hambrientos, pero la tensión está ahí, respirando en nuestra nuca.

Cuando abro la boca para hablar, suena su celular. Con disimulo, presto atención a su manera de moverse, a su postura, y me doy cuenta que el teléfono no es el mismo con el cual me escribe, es uno de esos descartables. Pide disculpas y se va a atender la llamada fuera, por más que me gustaría seguirlo y escuchar la conversación, sé que estoy siendo observada.

En La Sangre  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora