Capítulo 33

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Las palmas me sudan, y puedo sentir mis mejillas sonrojadas por el ejercicio, me siento inquieta por seguir en movimiento pero tranquila a la vez porque he hecho esto miles de veces. Por ahora mi plan está funcionando, pero me estoy quedando sin tiempo.

—¿Qué puedo decir? Me gusta la atención —me encojo de hombros antes de cerrar la puerta tras de mí. El sonido del seguro hace que el hombre se levante.

Mis ojos casi duelen por la vista, puedo ver el aura de maldad en él, puedo sentirlo y saborearlo. Su rostro me da una sonrisa antes de volverse frío, y se ve aún más guapo así.

Menos de dos minutos.

—Puedo verlo —sus ojos me escanean y soy consciente de que el traje deja poco a la imaginación. Mi piel arde, como si pudiera sentir su calor y su toque.

Bajo la mirada hacia los tres cuerpos que decoran el suelo cerca de él, más asesinos de la organización. Sonrío porque el hombre frente a mí, no parece para nada agitado.

—No estaba segura de si recibirías el mensaje —mantengo mi voz en un tono bajo, carente de emociones.

Casi salto cuando escucho las voces en el pasillo.

—¿A dónde fue? —grita uno.

El tiempo se me escapa de las manos.

—Y yo no estaba muy seguro si era una advertencia para compartir, una invitación... Aunque ponerlo en el collar de mi perro, fue inteligente.

Claro que lo fue, así como lo fue el hecho de pedirle hojas a David para escribir el mismo mensaje e intentar dárselo a uno de los mensajeros de Mark, para que los idiotas que me seguían pudieran interceptarlo y venir hacia el hospital. 

—De hecho, no era ninguna —doy pasos seguros cerca, él se tensa y baja una mano hacia su arma.

Puedo escuchar los golpes en las puertas de los pasillos, sentir la madera romperse y cada vez suenan más cerca. Los gritos comienzan de nuevo.

—No puedes culparme por querer matar tres pájaros de un tiro —eleva las cejas ante mi declaración.

Mueve su vista hacia la puerta y yo aprovecho para avanzar hasta la pared del fondo.

Un minuto.

—Imagino que tus perseguidores son uno de los pájaros...

—Gente que no estaría siguiéndome si alguien no me hubiera vendido a Gordon —entrecierro los ojos hacia él, y él levanta el arma pero apunta hacia la puerta. Puede sentirlos acercarse, la tensión se eleva hasta que casi parece una cosa tangible—. Pero sí, ellos son uno de los pájaros, la hermana de Thomas otro, y por último el que me traicionó dos veces.

—No creo haber hecho...

Cero.

La primera explosión se desata, haciendo temblar al edificio. Sus ojos se entrecierran y me mira dejando esa frialdad de lado y mostrándome toda su ira.

—¿Qué mier...?

La puerta se astilla por los golpes, la gente aumenta sus gritos y puedo sentir cómo el edificio se mantiene con un pobre equilibrio. Mark se centra en la puerta y cuando otra explosión mueve hasta nuestros huesos rompo la ventana. Mi cuerpo vibra por la anticipación y por un borde de miedo que quiere instalarse como un nudo en mi estómago.

—Espero que ninguno de mis pájaros sea aprueba de fuego —grito cuando la puerta termina de abrirse y otra explosión provoca que la habitación empiece a derrumbarse—. Nos vemos en el infierno, amor —utilizo su apodo con un tono de burla, pero no tiene tiempo de voltearse a verme.

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