Capítulo 48

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7/8 ;)

Alexandra

El cansancio sigue arrastrándome por la inconsciencia por un tiempo que se siente eterno. Pero el vacío en mi estómago es suficiente para despertarme. 

Mis ojos se abren revelando una pared roja frente a mí, todo iluminado por la luz cálida que viene de una pequeña lámpara a mi lado. Varios cuadros aparecen en esa pared pero no puedo distinguir quienes están ahí.

Intento levantarme cuando recuerdo lo que pasó, mis músculos gritan por la pelea con Gordon, me desgasté más de lo que debería pero eso tenía que terminar ahí de una vez por todas.

¿Pero... y Malik?

Recuerdo haberme desmayado a su lado, pero él estaba herido, ¿Estará..? Nah, hierba mala nunca muere, espero.

A mi lado percibo la pesada mira de alguien, con cuidado ya que al parecer tengo un suero conectado, me giro. Unos ojos verdes de leopardo me observan con atención, casi maravillados, pero la persona no dice nada.

Me aclaro la garganta, porque tampoco sé qué decir.

Lo escuché, cuando estaba en lo alto del hangar, preguntó por mí, sabe quién soy. Pero fue demasiado para tan poco tiempo que no quise mirarlo, no quise enfrentarlo. Supongo que ahora no tengo escapatoria.

—Brianna —susurra, apenas pestañeando.

Abro la boca, pero... ¿Qué debo decir? ¿Qué puedo decir?

Es un desconocido, yo soy una desconocida.

—Hola —mi tono sale más frío de lo que pretendia y una mueca se forma en su rostro.

—Yo... Tal vez no sepas quién soy...

—Sí, lo sé —otra vez, la frialdad parece ser mi escudo cuando los nervios me dejan tensa y la incertidumbre cubre mis pensamientos.

Él parece dolido por mis palabras y la culpa me asalta. Pero... No sé.

Yo... Nunca tuve un padre, ¿Cómo debo comportarme?

¿Él quiere ser mi padre? ¿Después de lo que vio, quiere que me quede cerca?

—Gordon me lo contó —termino por decir, para callar las preguntas en mi mente.

—No lo sabía, no hasta que ese hombre...

—Malik —le corrijo—, ¿Dónde está él?

Su mirada se vuelve transparente al mostrarse con pena.

—El disparo... Mi equipo hizo todo lo que pudo —explica mientras mi ceño se frunce—, pero había perdido mucha sangre y no pudieron salvarlo.

Asiento, volviendo mi mirada a la pared roja, asimilando que ahora sí... Ahora mi maestro está realmente fuera de mi vida, y no hay venganza que pueda darle, no hay respuesta a mis preguntas, no queda nada.

La muerte es la solución más definitiva, pero también es uno de los problemas que no tienen solución.

Mi mirada recorre la habitación, desde los muebles sacados de un cuento de princesas, hasta el enorme armario negro que está en una de las esquinas. Una habitación de una niña y la encuentro al fondo de mi memoria.

Es extraño recordar y que no duela.

—¿Dónde estamos?

—En mi casa a las afueras de la ciudad, aquí es donde vivo, donde antes vivías.

Me gusta que no haya asumido que aquí es donde voy a vivir, pero a la vez me duele porque todavía no sé si quiere que esté en su vida o no.

Esto de sentir es complicado, nunca es solo una emoción que te asalta, siempre es un conjunto de ellas que incluso pueden llegar a ser contrarias.

En La Sangre  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora