Capitulo 14

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Es de madrugada cuando llego a mi cuarto, mi cara palpita de dolor a cada segundo, intento ignorarlo mientras camino por la habitación. Odio no bañarme después de coger, me hace sentir sucia, pegajosa, como si mi cuerpo estuviera contaminado.

Me detengo abruptamente cuando veo el sobre sobre mi cama, algo que definitivamente no estaba ahí ayer. Bufo teniendo una pequeña idea de quién la envía.

¿Cómo demonios se coló a mi habitación sin haberse clavado un cuchillo?

Saco la tapa del whisky que compré y me acerco el pico a la boca, un largo trago quema mi garganta al instante.

—Necesito hielo —murmuro a la nada.

Un trago más y estoy sentada sobre mi colchón, abriendo el sobre.

"Debido a que mataste a uno de mis mejores mensajeros, decidí enviarlo de este modo. Espero que no te moleste que haya entrado a tu habitación, tanto como a mí me molestó que uno de los míos ya no esté.

Preste atención a lo que su objetivo hace en las noches, necesito pruebas.

Se me acaba la paciencia, teniente White."

Teniente White.

Necesito bajar más de la mitad de la botella hasta que saco ese nombre de mi cabeza... bien hecho Mark, estuviste investigando mi historia.

¿Quién demonios se cree que es?

¿Piensa que voy a correr asustada, como todos los imbéciles de esta ciudad?

Tomo otro trago, ya no siento el ardor, bien podría ser una botella de agua. Me levanto con esfuerzo y me pego una ducha, concentrándome en tallar bien mi piel y mantener los recuerdos a raya.

Mañana, solo tengo que resistir hasta mañana.

Llamo a Bianca para avisarle que no voy a ir, que mi padre empeoró. No puedo presentarme así a la oficina, mi piel tiene un color enfermizo y los golpes en mi rostro comienzan a notarse, además mi jefe decidió irse a cerrar no sé qué cosas en Berlín, mi misión entró en una pequeña pausa.

Mi labio ya está inflamado, pero no me importa a la hora de acercar la botella y beber desde el pico. Vuelvo a mi cama ya con mis sentidos adormecidos, aplasto mi cabeza sobre la almohada y cierro los ojos.

Mala idea, todo me da vueltas.

Todo.

Me levanto tambaleante hacia el inodoro, tal vez debería haber comido algo antes de comprarme la botella ¿Cuándo fue la última vez que comí algo decente?

Mi cabeza intenta recomponerse, mientras espero no lanzar todo. No me gusta ponerme así, pero los recuerdos no dejan de cazarme.

Un helicóptero pasa cerca de mi edificio, provocando temblores en mi cuerpo, cierro los ojos e intento taparme los oídos.

Teniente White.

—Teniente White, el helicóptero está listo para abordar —uno de los cabos, uniformado con un camuflado marrón interrumpe en mi tienda.

Un maldito año en este maldito desierto donde no hay nada más que arena y hombres que solo saben comerte con la mirada. Maldito programa de entrenamiento. Maldita organización. Maldito año que todavía tengo que estar aquí.

Ignoro al soldado y procedo a colocarme el chaleco antibalas, salgo tensa de la tienda y no doy otra mirada a la base antes de subirme al maldito aparato militar con astas.

—Supongo que la arena y el sol no arreglaron tu horrible temperamento —una voz que conozco bien se escucha por los auriculares mientras despegamos.

En La Sangre  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora