Otra vez

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(Emma P.O.V)
Estaba empaquetando todas las cosas que necesitaría para la mudanza cuando mi móvil comenzó a sonar en la otra habitación.
Corrí para llegar a cogerlo. Era Lestrade.
- ¿Sí?- contesté.
- Emma- oí la voz de Lestrade al otro lado de la línea- ha ocurrido otra vez.
Sin necesidad de más palabras, ambos nos entendimos.
Colgué y dejé el teléfono.
Cogí mi abrigo y la bufanda y salí al gélido aire Londinense. No tardé en conseguir un taxi y me dirigí hacia la dirección que me acababa de mandar por mensaje.
Cuando llegamos a la estación de tren en desuso, Lestrade me agarró por el brazo y me dijo:
- Otra vez. Es lo mismo, solo que esta vez es un hombre.
El resto de los forenses nos abrieron paso y vi a un hombre, claramente muerto. Noté que a su lado también había un bebé, como la anterior vez.
- Bueno...¿y qué te parece?- me dijo Lestrade
- Vamos a ver...- respondí, y me agaché junto a los cadáveres.
La expresión del hombre tenía una rigidez absoluta, por lo que llevaba muerto unas cuatro horas aproximadamente. Además parecía haberse llevado una fuerte impresión y podía haber sabido que llegaba el momento de su muerte, pues sus ojos estaban fuertemente cerrados, pero su boca entreabierta.
Le comenté mis sospechas a Lestrade, que se quedó atónito.
De repente oí unas palmadas detrás de mí.
Me giré y vi a Sherlock, con cara de aprobación.
- Bien, Emma- dijo- ¿puedes sacar algo más?
- Eh...- dudé- Sí. El hombre y el bebé no parecen tener ninguna relación familiar, por sus rasgos. Y...puede sonar un poco macabro, pero creo que la muerte de los bebés es una advertencia. Ambos tienen el pelo muy rubio, y ambos han sido asfixiados.
- Correcta en todo- dijo Sherlock- excepto en un detalle. El primer bebé si era rubio. Este no. Sólo lo parece.
Se aproximó al bebé y, con unas tijeras, le recortó un mechón de pelo. Lo trajo y, dirigiéndose a un forense, dijo:
- Agua.
El forense se apresuró en traerle un cuenco con agua. Sherlock cogió el pelo y lo sumergió en el agua. Lo frotó y el agua comenzó a teñirse de amarillo. El pelo se volvió marrón chocolate.
- Teñido...- susurró John- pero, ¿por qué?
Sherlock se encogió de hombros.
- Eso está por ver- dije.
Tras hacer algunas conjeturas más, los tres abandonamos la estación.
- ¿Estás lista?- dijo entonces Sherlock.
- ¿Cómo?- pregunté yo.
- Que si estás ya lista para la mudanza.
- ¡Pero estaba prevista para la semana que viene!- intervino John.
- Bueno, ¿y qué?- repuso Sherlock- ¿estás preparada o no?
- Casi del todo- respondí.
- ¡Pues ya está!- exclamó Sherlock- ¡vamos a tu casa, te ayudamos a acabar de empaquetar lo que falte y listo!
Abrió la puerta del taxi que acababa de llegar y nos empujó a John y a mí dentro. Luego se metió él.
- Emma, dale la dirección de tu apartamento- me dijo.
Se la di y el coche arrancó.
Nunca hubiera pensado que un motor podía tener un sonido tan dulce.

Sherlock Holmes y las cien puertas (Sherlock BBC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora