Allí estás

893 52 17
                                    

(Sherlock P.O.V)
Estaba tumbado en la cama, dando vueltas. Eran las cinco de la mañana y me había puesto a pensar sobre Emma. Hacía ya unos tres o cuatro días desde que salió de Baker Street y no volví a verla desde entonces. Quizá debería ir a buscarla a su anterior piso, ir a verla, que aclaráramos lo sucedido... Pero antes tendría que hablar con Jasmine, y tratar de hacerle entender lo que ocurría.
Me levanté de la cama, me vestí, me puse mi bata azul y, con paso tambaleante, pues estaba medio dormido; caminé hasta el salón. En él me esperaba Jasmine, con una sonrisa que me resultó de lo más falsa y una taza de té entre las manos. Me la ofreció y yo acepté.
Dudoso, me llevé el líquido a los labios y probé un pequeño sorbo. No estaba muy bueno. Los que Emma me solía preparar eran mil veces mejores.
"Bueno..."- pensé- "Realmente los de Emma nunca estuvieron a mi gusto. Sólo una vez que yo recuerde. Aunque superar esto no es difícil."
De repente, mis oídos se vieron perforados por el volumen al que hablaba Jasmine.
- ¡Sherlock!- gritó- ¿Te gusta el té? ¡Te lo he preparado especialmente!
- No- respondí, sin miramientos- Y no hables tan alto, vas a despertar a todos los vecinos. Tienes suerte de que John hoy no duerma aquí.
Después de su matrimonio, Mary y yo acordamos que John dormiría en Baker Street los Lunes y los Miércoles. (Y siempre que tuviéramos un caso de máxima importancia en marcha regular). Hoy era Martes.
- ¡Pero si no importa!- volvió a gritar ella- ¡Los vecin-
Le interrumpí la frase, exasperado, tapándole la boca con fuerza.
- Jasmine. Silencio. O baja el volumen.
- Bien- respondió ella, en un tono más suave.
- Necesito hablar contigo. Ahora- pedí.
- Bien...- dijo ella, sentándose.
- Realmente, esto no es complicado de explicar.- comencé- El caso es que Emma me contó lo que pasó el otro día, cuando estabais las dos juntas visitando Londres. Estás equivocada.
Ella me miró con un signo interrogante en su cara.
- No entiendo a qué te refieres, Sherlock...- suspiró, en un intento de aparentar inocencia.
- "Emma, que te quede claro. Sherlock es mío. Y solo mío." ¿Te suena de algo?- proseguí.
- No...
- Por favor, esto es innecesario.
- Está bien, admito que le dije eso, ¡pero es lo cierto!
- ¿¡Lo cierto!?- me escandalicé- Creí que la última vez que coincidimos te dejé claro que no me interesabas lo más mínimo, ¿verdad?
- Sí. Cuando te declaré mi amor, me respondiste con un gesto de desprecio y un "Eres poca cosa".
- Y luego tú me gritaste "¡No tienes corazón!" Y yo te respondí "Me habían correctamente notificado de ello en anteriores ocasiones"
- Pero bueno...- dijo ella poniéndose en pie- realmente ahora no vine a Inglaterra por eso.
- ¿Por qué, entonces?- pregunté.
- Asuntos- cogió la llave de la puerta principal, la cerró con ella y me miró, desafiante.
- ¿Qué te crees que estás haciendo?
- Para algunas cosas eres tan ingenuo... Mi amor era sincero, y tú lo menospreciaste. Desde ese momento, mi lado más rencoroso buscó venganza. Esa se presentó cuando un buen día, tu querido Inspector Lestrade me llamó pidiéndome que solucionara su problema con Emma. En un primer momento el plan era sólo alejaros a Emma y a ti de alguna forma, pero más tarde recibí una carta muy interesante... De un tal DD. Ahora lo que debo hacer es retrasarte... Para que no tengas tiempo de salvarla.
Rió.
Furioso, exclamé:
- ¿¡Qué le has hecho!? ¿¡Dónde está Emma!?
- No lo sé- contestó ella, riendo otra vez.
La agarré por las muñecas con fuerza y, acercándome a su rostro, susurré:
- Te juro que cómo no me digas dónde está ahora mismo, voy a hacer de tu vida un maldito infierno.
Asustada, murmuró un "prometo que no tengo ninguna idea clara" y soltó la llave.
Apresuradamente, la recogí, cambié la bata por mi habitual gabardina y salí corriendo del piso.
Ya lejos de la casa, oí a Jasmine gritar desde el balcón.
- ¡No te creas que será tan fácil! ¡DD te está esperando!
Tras correr durante tanto tiempo que ni siquiera ahora llego a comprender cómo lo aguanté, llegué al viejo piso de Emma. La puerta estaba abierta.
Entré precipitadamente y busqué algo que pudiera darme una pista de su paradero. Al entrar en el estudio, vi todo su trabajo. Vi sus deslumbrantes conclusiones, y también la fotografía de a dónde debía dirigirme.
Al salir del piso, encontré un taxi estacionado justo delante del portal. Me pareció extraño, pero no le di muchas vueltas.
Me metí dentro de él, y cuando le enseñé la foto al taxista, este aceleró a una velocidad demasiado alta, aunque en ese momento no me importó.
En unos minutos, nos encontrábamos delante del edificio de la fotografía. El taxista huyó del lugar sin dejarme que le pagara la carrera.
"Bien. ¡Allí estás, Emma!"- me dije a mí mismo- "Espérame"

Sherlock Holmes y las cien puertas (Sherlock BBC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora