Ella... No, nunca

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(Emma P.O.V)
Al día siguiente de mi pelea con Sherlock, me desperté en mi piso.
La casa estaba vacía y solitaria. No se oían los gritos de Sherlock, ni los regaños de John.
"Debes ser fuerte" me dije a mí misma "nunca dejes que nadie arruine tu vida, ni tus ilusiones. Pasa página".
Decirlo era muy fácil. El problema era lograrlo. En cada cosa que hacía, en cada lugar al que iba, algo me recordaba a mi amor no correspondido. Debí saberlo antes, pero en vez de eso, me comporté como una tonta y me dejé manipular.
Comencé a vagar por la casa como un alma en pena, tratando de aliviarme y ahogar mi dolor. Lo único que se me ocurrió fue llamar a mi mejor amiga, Mizuki. La conocí durante mis cuatro años mejorando mi carrera en Tokyo, y luego ambas nos fuimos otro año a Virginia, donde hicimos unas mínimas prácticas para la CIA.
Saqué mi móvil del bolso y marqué el número rápidamente. En seguida se oyó su voz pausada y suave.
- ¿Emma?- preguntó.
- ¡Mizuki! ¡Llevamos siglos sin hablar!- grité.
- Hablamos hace tres días... ¡Se te siguen dando fatal las matemáticas!
Ignoré su sarcástico comentario y me puse más seria para explicarle toda la situación en la que me encontraba en aquel momento.
Tras acabar, oí su respiración que se hacía pesada al escuchar mis desventuras.
- Emma...- empezó- eres mi mejor amiga. Y yo quiero lo mejor para ti. Por eso te digo que estás siendo muy exagerada.
- ¿Cómo?- respondí, sorprendida porque no me diera su total e incondicional apoyo, como siempre.
- No creo que el hombre que tanto aprecio parecía guardar por ti, de repente demostrara completo desinterés. Por todo lo que me has contado, creo que lo más seguro es que esté finjiendo. Y, aunque no lo estuviera, tú estás haciendo una montaña de un grano de arena. Todo lo que te ha hecho no es nada comparado con lo que hacen otros hombres... ¡Si es que no te das cuenta de que no te ha hecho nada, realmente!
- Pero...
- Emma, pequeña, tienes que olvidarle por un tiempo. Piensa en ti misma, no en otros, ni tampoco en el trabajo. Tu vida es demasiado preciosa como para que la malgastes viviendo la de otros, y lo sabes. El problema es que no quieres aceptarlo.
- Mizuki... Tienes razón. Tengo que darme un tiempo, y también a él. Así las cosas se calmarán un poco y podremos hablar como los dos adultos civilizados que somos, de cara a cara y poniendo las cartas sobre la mesa. Ayer me comporté como una chiquilla malcriada y caprichosa. Gracias por tu consejo.
- De nada. Para eso están las mejores amigas, ¿no? Estoy aquí si me necesitas volver a llamar. Te veo luego, adiós.
- Hasta luego, y gracias otra vez.
Colgué el teléfono y tomé aire. Tenía que ponerme a hacer algo que me distrajera. Y sabía lo que iba a hacerlo perfectamente.
Me dirigí a mi estudio, donde tenía un enorme mapa de Londres extendido colgado en la pared. Con alfileres señalaba puntos importantes de nuestra investigación. No. A partir de este momento sería "mi investigación".
Me dispuse a revisar todos los puntos del enigma. Tenía señalados en rojo los lugares donde ocurrieron los asesinatos, y en azul los lugares relacionados. Extrañamente, todos los sitios señalados con alfileres rojos, tenían alguna línea de metro que llegaba a un mismo destino.
"Chinatown"
Eso tenía que ser algo importante. Me apresuré en coger un alfiler azul para clavarlo en esa ubicación, pero mi móvil sonó, en un inoportuno momento.
El número era desconocido, y estuve tentada de no contestar, pero al final me decidí por hacerlo.
- ¿Emma?- oí una voz temblorosa y asustada- me tienen, y tú sabes dónde... Solo tú puedes sacarme de aquí.
Y colgó.
No le habría dado mucha importancia, si no fuera por el hecho de que conocía esa dulce y rota voz.
Era la de mi hermana.

Sherlock Holmes y las cien puertas (Sherlock BBC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora