El Hotel...

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(Emma P.O.V)
- Hotel Dumelli- murmuré- allí tenemos que ir, ¿verdad?
- Sí- afirmó Mycroft- padre debe estar allí.
- ¿Alguno conoce donde se encuentra eso?- preguntó Lestrade.
A la vez, todos nos giramos hacia la esquina en la que Sherlock seguía en shock. Era algo completamente impropio de él, nunca le había ocurrido. La mente más inteligente de toda Inglaterra, ¡y llorando como un bebé! Pobrecillo, sí que estaba afectado.
Rápidamente, nos acercamos a él y empezamos a avasallarle con preguntas, que solo consiguieron que se encogiera como un cachorro al que están regañando y llorara más fuerte.
- Esperad- pedí- parad. Le estáis asustando, ¿no veis que es como un niño pequeño?
Ahora dirigiéndome a Sherlock, añadí:
- Sherlock, tranquilo. ¿Me oyes?
Él asintió levemente.
- Vale. Tu padre va a estar bien, ¿de acuerdo? No vamos a dejar que le pase nada, no mientras nosotros podamos hacer algo al respecto. Pero necesitamos tu ayuda, ¿entiendes? Necesitamos que uses tu palacio mental ahora y nos digas la localización del Hotel Dumelli.
Me senté a su lado en el suelo y le pasé la mano por sus rizos enredados. Incluso, intentando que nadie se diera cuenta, probé a acercar mi cara a la suya para depositarle un beso en la mejilla, pero no. No funcionó, pues repentinamente se levantó, apartándome. De haber estado en shock unos minutos más, probablemente se habría dejado.
- Portobello Road, nº 34- dijo- un edificio grande y blanco, aunque cerrado. Su demolición se llevará a cabo hoy a las 18:00.
Miré mi reloj y me quedé paralizada.
- ¡Son las 16:00!- grité- ¡y tardamos al menos media hora en llegar a Potobello Road! ¡Solo nos quedaría hora y media y, teniendo en cuenta lo grande que es el sitio, no sé si va a ser suficiente!
- ¡Pues entonces vamos!- gritó alguien en respuesta.
Los cinco nos precipitamos a la calle, y corrimos el trayecto hasta que encontramos un taxi por el que no hubo que esperar. Nos metimos a presión en éste y, al cabo de unos quince minutos, estábamos llegando a Portobello Road.
Nos paramos delante del hotel, buscando una entrada. En cuestión de segundos, John había encontrado un asqueroso conducto de ventilación. Era repugnante, pero también lo único que teníamos.
Entramos en el túnel en este orden: Sherlock-John-Yo-Mycroft-Lestrade.
Todos estuvieron de acuerdo en que yo fuera en el medio, pues si algo nos atacaba por delante o detrás, hubiera dos hombres protegiéndome. Obviamente, protesté, diciendo que era completamente capaz de defenderme solita, pero nada los pudo mover de su empeño.
Tras la incómoda travesía, llegamos al vestíbulo del hotel, que se bifurcaba en cuatro direcciones y una escalinata de mármol, oro y terciopelo que subía al piso de arriba.
- Separaos- ordenó Sherlock.
- No lo considero buena idea- objeté yo- si alguien nos quiere hacer daño, por separado seremos más vulnerables.
- En eso tiene razón- concordaron conmigo John y Lestrade- es una de las primeras cosas que te enseñan en el ejército o en la escuela de policía.
Sin embargo, Mycroft y Sherlock hicieron oídos sordos y se dirigieron corriendo cada uno a una bifurcación. John y Lestrade se encogieron de hombros y corrieron a las otras dos, dejándome sola con la dirección más tenebrosa.
Subir la escalinata.

Sherlock Holmes y las cien puertas (Sherlock BBC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora