capitulo 30

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—Gracias por llamar a Phonex ¿En qué le puedo ayudar? —contesté el teléfono con ánimo.

—Quiero comunicarme con la asesora más hermosa de todo el lugar ¿Está por ahí? —preguntó un hombre a la otra línea.

Yo sonreí como tonta.

—¿A cuántas tuviste que llamar para contactarme?

—Solo a Allison.

—Alex, amor, en serio agradezco tu atención pero estoy trabajando.

—Estoy aburrido, me gustaría que volvieras a ser la bibliotecaria sexy que me podía coger en la bodega.

Yo solté una carcajada.

—¿Y que el fantasma nos viera? No gracias.

Ahora quien soltó una carcajada fue Alexander.

—¿Paso por ti o te quedarás hasta tarde?

—No, pasa por mí, estoy agotada.

—Está bien dulzura, pasaré por ti y llevaré comida.

—No más comida china por favor.

—No, llevaré comida japonesa, es diferente.

—Bien, hasta luego, me está entrando una llamada, te amo.

—Yo también te amo Larissa, nos vemos después.

Colgué el teléfono e inmediatamente me entró una llamada, no creí que trabajar en un call center fuera tan agotador pero sí lo era, las personas discutían, peleaban, insultaban pero siempre les contestaba con ánimo y como si no acabaran de insultarme, cuando el reloj marcó las seis de la tarde yo me dispuse a irme a casa, me coloqué mi chaqueta, agarré mis cosas y me dispuse a caminar hasta la puerta pero mi teléfono empezó a sonar, eso me obligó a devolverme.

—¿Hola? —contesté con duda al no reconocer el número.

—Larissa, tenemos que hablar —era Aaron.

—No, Aaron, no voy a quitar la denuncia.

—¡Larissa por favor! No sabes cómo me está afectando todo esto.

—Ese no es mi problema, te dije que dejaras el asunto así, insististe hasta el punto en que me quitaste el dinero que mi padre me dejó, volviste mi reputación una basura y te encargaste de casi arruinar el negocio de mi madre ¿Y esperas indulgencia ahora? Pues no.

—Sé que tienes rencor en tu corazón, ya me disculpé contigo por eso, incluso me disculpé con tu amante ¿No puedes dejar ese asunto así y olvidar lo que pasó?

—No, sabes que no, eres un maltratador y debes pagar por todo lo que me hiciste.

—¿Qué tengo que hacer para convencerte? —me preguntó agotado.

—Nada, no vas a convencerme de nada, arregla con Marcie el día del juicio y deja de llamar.

—¿O qué? ¿Le dirás a tu amante que se encargue de mí?

—No. nunca permitiría que Alex se ensuciara las manos contigo, como sea, adiós, ya llegó mi esposo por mí.

—Zorra maldita.

Pero no le respondí, solo colgué el teléfono y corrí hasta Alex para recibirle el abrazo y un beso.

—Y pensar que hoy apenas es miércoles —hizo un pequeño puchero antes de sonreír.

—Pero tenemos todas las noches para nosotros —le dije con picardía antes de subir al auto.

—Necesito que llegue el fin de semana, necesito ir a la playa y relajarnos un rato —dijo Alex con emoción antes de encender el auto.

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