capitulo 7

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Escuché como mordía lo que parecía ser una manzana y acto seguido se deslizó para quedar a mi lado.

—No huyo de ti, es solo que no encajo en esa cafetería —le respondí sin mirarlo.

—¿Por qué crees que no encajas? si ya nadie habla de tu absurdo matrimonio.

—Ese es el asunto —finalmente lo miré—. Estoy cansada de que piensen que es absurdo.

Married —se acercó un poco más a mí—. Te casaste joven sin siquiera experimentar la vida y al parecer tu esposo no está dispuesto a experimentar contigo ¿Cómo esperas que no piense que es absurdo?

—¿Quién dice que no está dispuesto? —lo cuestioné evitando su mirada.

—Hice mis investigaciones, te casaste y ni siquiera tuvieron luna de miel.

—¿Para que ir de luna de miel si al final íbamos a hacer lo mismo que hicimos en la casa? —le respondí incómoda.

—Es porque la idea de la luna de miel es que sea un momento único digno de recordar, por eso viajas para la luna de miel, para que el trabajo, las deudas de la boda y el estrés desaparezcan y te concentres solo en tu esposo así como él se debe concentrar en ti.

Yo quedé sin palabras por un momento.

—¿Cómo sabes eso? ¿Acaso estuviste casado?

Él arrugo la cara en seguida.

—El matrimonio para mí es algo que no se debe tomar a la ligera.

—Pero yo no lo tomé a la ligera.

—No te contradeciré en eso, pero lo que sí quiero que aceptes es que tu esposo no te complace, porque ya no me lo puedes negar.

Miré hacia todos lados y guardé la porta comida en su respectivo bolso.

—¿Y si fuera así, qué? —murmuré.

Lo escuché reír y eso me molestó, me coloqué de pie y caminé hacia el interior del edificio, Alexander me alcanzó dando solo unos pasos y me detuvo agarrándome con cuidado de la mano y dándome la vuelta para que lo mirara.

—Entonces tendría una grieta por dónde meterme —musitó cerca de mi rostro.

—Aléjate de mí —le pedí tratando de empujarlo—. Alguien nos puede ver y decirle a Aaron.

—Esa es la cosa, estás casada no secuestrada, puedes llegar a la hora que quieras e ir a donde quieras, se llama libre albedrio.

—Yo no fui criada así —por fin pude alejarme de él—. Yo debo cumplirle a mi esposo y hacerlo feliz, complacerlo.

—¿Y él te complace a ti?

No le respondí, algo me decía que si le mentía él se daría cuenta, simplemente seguí caminando hasta el interior de edificio y después a la biblioteca.

Cuando Aaron llegó a casa en la noche me sorprendió ver una bolsa en sus manos, por un momento pensé que era un regalo y eso me emocionó pero cuando vi que eran pruebas de embazado me coloqué nerviosa.

—Han pasado ya tres meses de nuestro matrimonio cariño, ya es hora de ver los resultados.

—Si claro —le respondí recibiéndole la bolsa.

Cuatro pruebas de embarazo, cuatro pruebas de embarazo de distintas marcas y todas habían dado el mismo resultado: negativo.

—Esto no puede ser posible —dijo él con frustración mirando las pruebas sobre el lavamanos—. Llevamos tres meses haciéndolo sin parar, sin preservativos ni nada y aún no hay bebé.

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