capitulo 24

925 93 8
                                    

Inmediatamente entré a la casa observé a mi madre sobre el sofá con un papel en su mano, se veía tensa.

—¿Sucede algo? —pregunté sentándome a su lado.

—Los Rudd hija —me entregó el papel—. Te demandaron, quieren una indemnización por serle infiel a Aaron.

—¿Qué?

—O le damos dinero o se quedan con nuestro negocio —mi madre se arrojó hacia atrás—. Esto es un problema.

—Le daré la herencia —dije sin pensarlo.

—¡No hija! ¡Ese maldito desgraciado no merece ese dinero! Era de tu padre.

—Mamá —la miré—. Este negocio nos ha unido de una buena manera, nunca hemos estado tan unidas y de acuerdo con algo como lo somos cuando estamos preparando cupcakes, no quiero perder esa conexión contigo, solo quiero que los Rudd desaparezcan de mi vida y poder seguir adelante.

—Piénsalo bien ¿Sí? Solo piensa bien lo que harás.

Ciertamente ni yo estaba de acuerdo con entregar ese dinero, se suponía que ese dinero sería para la escuela de cocina, se suponía que ese dinero era para cumplir mi sueño de tener un local en el centro de la ciudad, pero por lo que veo Aaron se empeñaría en no dejarme ir.

El ambiente con los Rudd en la oficina de los abogados no podía ser más tenso, sus padres estaban perfectamente sentados frente a nosotros con rostro inexpresivo pero Aaron, Aaron se veía enojado, sobre todo cuando su mirada se dirigía a mí.

—Así que ¿Quieren llegar a un acuerdo? —preguntó el abogado de los Rudd con aparente neutralidad.

—Sí, queremos que rebajen la cantidad que desean de indemnización —habló nuestro abogado—. Ustedes disfrutan de una buena posición socio económica.

—Esto no es para nosotros, es para nuestro hijo —habló el señor Rudd—. Él invirtió mucho en ese matrimonio, todo para tener a esa mujer feliz, solo requerimos una devolución.

—Que yo sepa todo lo que compartíamos los dos ahora lo comparte con Marcie así que, en sí, no considero que se haya perdido mucho —hablé yo.

—Al menos yo no usé nuestra cama para engendrar un hijo con otro —murmuró Aaron.

—Muy a diferencia de ti y de Marcie, yo nunca le di uso a nuestra cama para serte infiel, no es mi culpa que ella viva en una pequeña casa con su madre.

—¡Maldita zorra! —su madre se colocó de pie—. ¡No vamos a llegar a un acuerdo! ¡Nos darán ese dinero y punto!

—¡Bien! —Me coloqué de pie para enfrentarla—. Le daré su dinero con una condición.

—¿Qué? —el señor Rudd se colocó de pie.

—Que firmen un documento notariado en donde acepten no volver a molestar tanto a mí como a mi familia, desaparecerán de mi vida y ¡Me dejarán en paz!

—Déjenme a solas con ella —pidió Aaron colocándose de pie.

Yo inmediatamente miré a mi abogado y a mi madre, quien solo se encogió de hombros.

—Escucha, Aaron, por la demanda que tiene Larissa en tu contra de violencia intrafamiliar no podemos alejarnos mucho, estaremos literalmente al otro lado de la puerta ¿Está claro? —le advirtió mi abogado colocándose de pie.

—Sí, está claro —Aaron no dejaba de mirarme.

Cuando todos abandonaron la pequeña oficina yo traté de controlar mis nervios.

entre librosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora