—Entonces apareció y le pidió el divorcio —murmuraba Mavis ¿A qué hora llego?
—Sí, no sé cómo hacer para que coma —le dijo mi madre algo triste.
Había pasado de ser humano común y corriente a solo una masa solida sobre la cama, el sábado no probé bocado y el domingo me desmayé en el baño cuando finalmente me animé a bañarme, el lunes mi madre tuvo que llamar para informar que no iría a trabajar y Mavis vino a corroborar que efectivamente estaba enferma.
—Oye, nena, debes levantarte y comer algo —me animó acariciando mi cabello—. Vamos Larissa, este no es el fin del mundo.
—No lo es...
—Exacto, debes comer, salir de esa cama, bañarte y mostrarle a Alex que puedes vivir sin él.
—No quiero demostrarle nada —me senté sobre la cama—. Solo quiero olvidarlo y ya.
—Lo sé nena pero acostada aquí no resolverás nada, vamos, dúchate, come algo y vamos de compras un rato, pagaron ayer ¿Recuerdas?
—¡Sí! ¡Qué buena idea! Vamos cariño, preparé lasaña —me animó mi madre.
Y por primera vez en varios días una sonrisa se me pintó en el rostro, suspiré y finalmente accedí.
La comida me sabía a gloria, prácticamente me atraganté de comida y cuando me sentí satisfecha me metí a la ducha.
Mi cabello estaba limpio, mi piel perfectamente maquillada y mi vestido de flores me entallaba a la perfección, caminaba con Mavis y Yuri por el centro comercial tratando de buscar algo bonito ya que los profesores estaban organizando una fiesta el viernes y según ellas "debíamos lucir perfectas", Mavis quería animar a Manuel a decirles a todos sobre su relación, Yuri haría la revelación de su cuerpo después de haber bajado veinte kilos y yo... yo quería demostrar que finalmente estaba bien.
Observé en el espejo como me cerraba el entallado vestido color rojo, estaba un poco inflamada por todo lo que comí de golpe pero de igual manera me quedaba bien, las dos chicas levantaron sus pulgares con aprobación, volví al probador y me observé un momento, me veía bien, el color del vestido resaltaba el color de mi cabello y el de mis ojos, era extraño decirlo pero me sentía sexy.
Mientras pagaba el vestido Mavis y Yuri decidieron ir a la fila por algo de comer y conseguir un lugar en la plazoleta de comidas, después de recibir la bolsa me di la vuelta y salí de la tienda pero me detuve cuando me choque con Paulette.
—Pau...
—¡Mamá! ¿Qué haces? —Molly apareció agarrándola del brazo e ignorándome—. Papá dijo que tú tienes la tarjeta de crédito.
Pero Paulette no decía nada, solo me observaba con tristeza, agaché la mirada y pasé por su lado ignorando la mirada de odio de Molly, cuando llegué a la plazoleta traté de fingir una sonrisa, comí sin ningún ánimo un poco de helado y después de escuchar historias divertidas de las chicas volví a casa.
El viernes en la tarde yo estaba terminando de empacar mis cosas, ya la biblioteca estaba completamente limpia y organizada, eso me dio satisfacción, me agaché un momento para recoger un papel pero al escuchar el ruido de la puerta abriéndose levante la cabeza, era Alexander.
—¿Qué haces aquí? —pregunté colocándome de pie de golpe.
—Venía a verte...
—¿Para qué?
—Quería saber si estabas bien.
—No te preocupes —intenté pasar por su lado pero él me agarró del brazo—. Alexander no hagas esto.
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entre libros
Romance"Erase una vez una chica que se casó joven y después encontró al amor de su vida" Para La joven y recién casada Larissa Novak su vida había sido perfecta, se acababa de casar con su primer amor de secundaria y trabaja como bibliotecaria en su antig...