capitulo 26

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—¿Por qué dices eso? —pregunté sentándome sobre la camilla.

—Porque siempre ha sido un problema y ahora ha decidido desquitarse conmigo, ella fue quien les dijo a mis padres que soy un maestro de escuela, fue ella quien les dijo que no iba a volver a Inglaterra y fue ella quien les dijo sobre mi relación contigo, aún no logro entender el porqué de su actitud pero esta vez no se lo dejaré pasar.

—Creo que nos desviamos un poco del tema —lo vi caminar hacia mí hasta sentarse a mi lado—. Tus padres prácticamente me dijeron en mi cara que no soy suficiente para ti y supongo que tendremos esa conversación después con ellos.

—Larissa —Alexander me obligó a mirarlo—. Repite conmigo "los padres de Alexander Pierre se pueden ir al diablo".

—¡No voy a decir eso!

—Tendrás que hacerlo porque ellos no van a dar su brazo a torcer y yo tampoco —me atrajo hacia él para abrazarme—. Te amo Larissa, luché mucho por esto, luché mucho por tenerte entre mis brazos y por hacer que te enamoraras de mí, no permitiré que ellos arruinen esto, no permitiré que nadie te aleje de mí.

—¿Por qué te enamoraste de mí, Alex? —pregunté alejándome un poco para dirigir mi mirada hacia sus ojos.

—Porque descubrí a una hermosa y sensual pelirroja escondida debajo de una imagen de perfecta esposa de los años cuarenta, y más allá de eso vi a una mujer reprimida, una mujer bella como un ángel pero oculta y triste —acaricio mi mejilla con ternura con su pulgar—. No te merecías eso, Aaron no te merecía, ni siquiera sé si yo te merezco.

—No digas eso —sonreí de manera tonta.

—Es en serio —levantó mi mentón con su mano para que no desviara la mirada—, eres hermosa, astuta, fuerte, una apasionada en la cama —me robó un rápido beso—. ¿Qué podría hacer yo con todo esto?

—¿Amarme? —pregunté con una sonrisa.

—¿Eso es suficiente?

—Para mí es más que suficiente —le di un beso en el mentón—. ¿Te espero en mi casa?

—No, yo te espero en mi casa —acercó sus labios a mi oído—. Y de verdad espero que estés completamente desnuda.

—Alex, por favor no tardes...

—Trataré de llegar temprano.

—¡Lamento interrumpirlos! —Habló el conserje asustándonos y haciéndonos brincar—. Pero debo limpiar aquí.

—Oye flaco ¿Qué te he dicho sobre interrumpirnos? —bromeó Alex caminando conmigo a la puerta.

—Después de cuatro este cuarto es suyo, antes de cuatro les sugiero que se vayan.

Caminé con Alex hasta la puerta y después de despedirnos en la puerta me volví a subir a la bicicleta, cuando llegué a su casa me di una merecida ducha después de todo ese ejercicio, preparé algo de comer y esperé.

El chorro de la ducha del baño chocaba contra el suelo, el vapor del agua tibia empañaba el espejo y el sonido del agua silenciaba mis gemidos, mis senos se desparramaban contra la baldosa del mesón del lavamanos mientras Alexander me penetraba, sus callosos dedos estaban aferrados a mis caderas y podía visualizarlo desde un pequeño espacio desempañado del espejo, sudado, sonrojado, sin aliento y excitado ¿Habrá algo más perfecto que ese hombre?

Después de un momento él me giró, me levantó y me sentó en el borde del mesón, yo rápidamente abrí las piernas y tiré de su cuerpo para pegarlo a mi cuerpo, solté un gemido cuando me volvió a penetrar y recibí con mucho gusto sus estocadas.

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