capitulo 21

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Sentía mucho frío, mucho frío pero me dolía demasiado el cuerpo como para moverme, luchaba por abrir los ojos y cuando lo conseguí un techo blanco fue lo único que reconocí, sentí que alguien apretaba mi mano con fuerza y yo traté de girar la cabeza para ver quien era pero algo me tenía apretado mi adolorido cuello haciéndome gemir.

—¿Larissa?

Era Alex.

—Tranquila, relájate por favor —me murmuró acercándose a mi rostro con un rostro de preocupación—. Todo va a estar bien.

—¿Qué sucedió? —pregunté con la voz rasposa y casi como un susurro.

—Aaron te empujó por las escaleras —me respondió con algo de rabia.

—¿Qué? Oh no...

—Cálmate dulzura, aún no te recuperas del todo —me pidió mientras besaba mi mano.

—¿Y el bebé? ¿Cómo está el bebé?

Alexander guardó silencio y me apretó la mano con fuerza.

—Alex por favor...

—Ya no hay bebé, Larissa.

—¡¿Qué?! ¡No! ¡Por favor no! —grité, las lágrimas se formaron en mis ojos y  se desparramaron por mis mejillas.

—La caída fue muy fuerte, apenas si sobreviviste tú —dijo él apretando mi mano con fuerza.

—¡Esto no puede estar pasando!

Él no respondió, solo se acercó a mi rostro y con su mano libre limpió mis lágrimas, me dio un tierno beso en la frente y se alejó de mí.

—Te necesito fuerte para lo que se viene dulzura, necesito... no, te suplico que seas fuerte.

La puerta de la habitación se abrió pero no pude ver quien era.

—¿Cómo sigue mi hija? —preguntó mi madre.

—Ya despertó —le respondió Alexander alejándose de mí.

—¿Ya sabe lo del bebe? —mi madre se acercó a nosotros y finalmente la pude ver.

—Sí, ya lo sabe.

—Déjame a solas con ella por favor —le pidió colocando su mano sobre el hombro de Alex.

—Si... claro —dijo él con tristeza mientras se alejaba de la cama.

Mi madre esperó a que se fuera y cuando la puerta se cerró se me acercó.

—¿Cuánto tiempo esperabas seguir con esa farsa? —preguntó enojada.

—Mamá, en serio no estoy de humor —le informé aún con lágrimas en mis ojos.

—Ibas a tener un bastardo, Larissa, un bebé con otro hombre que no es tu esposo ¿Sabes lo humillante que fue para mí enterarme de eso? Aaron estaba destrozado.

—¡Me importa una mierda lo que sintiera Aaron! —grité tratando de soportar el dolor.

—¡Escúchame bien Larissa! Ya sé que ese fue el tipo que te embarazó y dale gracias a Dios ¿Escuchaste? Dale gracias a Dios de que hayas perdido a ese bebe.

—¡¿Por qué debería hacer eso?!

—Engañaste a tu esposo y te embarazaste de otro ¡¿Qué estabas pensando?! Ahora tengo a los Rudd furiosos picándonos el trasero por eso y todo por tu culpa.

—¿Y qué quieres que haga mamá? Ya lo que pasó, pasó y nada de lo que hagan o digan los Rudd podrá cambiar los hechos.

—Tal vez los Rudd no, pero tu sí.

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