capitulo 20

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—Pensé que tu habías acabado con eso —dije alejándome un poco.

—Y lo hice —respondió él agarrándome de la rodilla—. No sé porque me está llamando.

—Alex ya es tarde, será mejor que me vaya —murmuré mientras me levantaba de la silla.

—Larissa espera —él se acercó a mí nuevamente—. Voy contigo.

—No —lo detuve—. Resuelve tu asunto con Sam y te espero afuera de la casa.

—Dulzura —me aprisionó contra su cuerpo—.  No sucede nada ¿Está bien? Ahora soy tuyo y eso no lo cambiará nadie.

Suspiré y lo miré con una sonrisa.

—Solo resuélvelo.

Él me devolvió la sonrisa y acercó su rostro al mío para besarme pero alguien tocó la puerta y tuvimos que separarnos de un brinco.

—Señorita, hora de limpiar —dijo el conserje mientras entraba.

—Ya nos vamos flaco, no te preocupes —le respondió Alexander.

Cuando salimos del lugar intentamos ser lo más disimulados posibles manteniendo la distancia, Alex aún no me había pedido ser su novia y tampoco lo esperaba, yo aún seguía casada legalmente con Aaron y él aún cuando no quería decírmelo, no había terminado del todo con Samanta, así que por ahora solo podía ser el papá de mi bebé y ya.

Cuando llegué a la casa me pareció un poco extraño el panorama, el auto del abogado no estaba afuera y la puerta de la entrada estaba medio abierta, me aferré a mi bolso y suspiré antes de entrar, abrí la puerta con cuidado admirando la sala pero no había nadie, arrugué un poco el ceño y decidí no cerrar la puerta, caminé hacia el recibidor pero no había nadie, la cocina, incluso me asomé en el patio pero no había ni un ser humano en la casa, eso me pareció algo extraño y eso me puso nerviosa, me alejé de la casa y llamé a Alex.

—¿Está todo bien? —preguntó al otro lado de la línea.

—Aquí no hay nadie, no sé si llegue tarde o algo así.

—¿Paso por ti?

—Por favor, estoy agotada.

—Está bien ya voy para allá.

—Te espero.

—Te quiero Larissa, en serio te quiero y quiero que cualquier cosa que suceda entre los dos de verdad funcione, me esforzaré para que esto funcione.

Yo me sonrojé inmediatamente.

—Casi puedo apostar que tienes una sonrisa en tu rostro.

—Sí, adivinaste...

—¡Lo sabía!

—Alex, de verdad gracias por... por apoyarme en esto.

—¿Y por qué no lo haría? Es mi obligación y quiero hacerlo.

—Gracias en serio.

—Ya voy por ti dulzura.

Colgué el teléfono y suspiré para después castigarme a mi misma ¡Pero que tonta! ¿Por qué no le dijiste que también lo querías? Porque sabes que lo quieres, me regañé a mí misma, caminé hacia el interior de la casa de nuevo y subí las escaleras para buscar algo de ropa, cuando abrí la puerta de la habitación tuve que retroceder, el cuarto era un desastre, todas las fotos mías que estaban colgadas en la pared estaban destrozadas contra el suelo, habían botellas de licor por todas partes y un Aaron sentado sobre la cama con su cabeza en medio de sus rodillas, sus hombros encorvados y posición derrotada.

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