capitulo 12

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Una coqueta sonrisa se pintó en los labios de Alexander antes de unir su boca con la mía y hacerme retroceder para escondernos, a pesar de que físicamente se veía calmado la forma tan apasionada y provocativa con la que me besó me hacía suponer otra cosa, cuando se separó de mí maldijo.

—Si no tuviera que torturar a los de último año... —murmuró contra mis labios.

—Adiós Alexander, nos vemos en el receso —le dije con una sonrisa.

Se fue casi corriendo del lugar y fue justo a tiempo ya que el grupo de literatura estaba entrado junto con Mavis, mientras veo como califica unos exámenes con rostro decepcionado pareció recordar algo ya que levantó la cabeza y me miró.

—¡Es cierto! Se me había olvidado —dijo revisando sus carpetas—. A fin de año se hará una obra de teatro basada en romeo y Julieta, los profesores tienen que pagar entrada así que si deseas asistir tienes que cancelar cinco dólares, me lo puedes pagar a mí y yo te entrego tu boleto.

—Nunca pude ir a una obra de teatro —dije con emoción recibiendo el volante—. En la tarde te los daré.

—Mejor entrégamelos el lunes, hoy me iré temprano y no quiero estar enredada con dinero.

—Está bien —le sonreí.

En la hora del almuerzo y mientras escuchaba a otros profesores hablar sobre la famosa reunión de ex alumnos Alexander no dejaba de mirarme, apenas si bajaba la mirada para concentrarse en su comida y eso me tenía con un interesante rubor en el rostro, al final del receso y mientras esperaba el timbre para anunciar el fin de la jornada un niño de unos diez años entró al salón, utilizaba ropa deportiva y lucía exhausto.

—¿Qué sucede pequeño? —le pregunté con una sonrisa.

—El profesor infierno le envió esto —me entregó un papel dentro de una carta.

—¿Profesor infierno? —pregunté con una sonrisa mientras recibía el papel.

—Él sabe que le dicen así.

Cuando el niño se fue yo leí el papel.

"te espero en el parqueadero a las 4:10"

Me volví a morder el labio con un sentimiento de nerviosismo y emoción, nervios porque tenía que buscar la manera de que nadie me viera en el llamativo auto de Alexander y emoción porque iba a hacer algo por lo que probablemente Aaron me pediría el divorcio pero en este momento me importaba en lo más mínimo "¿Dejarías a tu esposo por Alexander?" me preguntó mi sentido común, ¡No sabía que responder a eso! Alexander sería el hombre encargado de darme placer y no sería la razón de su posible divorcio, él solo sería una excusa.

Caminaba con las piernas un poco temblorosas hasta el auto de Alexander, el cual estaba completamente solo en el parqueadero de los profesores, caminé hacia la puerta trasera y entré sin pensar.

—¿Te vas a sentar ahí? —me preguntó Alexander un poco confundido.

—No quiero que me vean —murmuré acostándome sobre el asiento.

—No te preocupes, a donde vamos nadie te conoce —dijo mientras encendía el auto.

—¿A dónde vamos? —observé su espalda.

—A mi casa...

—¿Y dónde vives? —fruncí el ceño.

—Es una pequeña localidad afuera de la ciudad —se giró un momento para mirarme—. Somos como los pareos de la ciudad.

—¿O sea madres solteras y homosexuales? —pregunté entendiendo más o menos a lo que se refería.

—Algo así, y hombres solteros.

entre librosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora