capitulo 10

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—Está bien, Married, te llevaré a casa, pero si en algún momento quieres desviarte solo aprieta mi pierna.

—¿Nos vamos ya o te falta?

Alexander no puso problemas en dejarme a dos cuadras de la casa, nunca apreté su pierna pero si tuve la intención de hacerlo varias veces, sobre todo cuando lo veía de re ojo, su cabello despeinándose por la brisa, su brazo apoyado a la ventana con sus músculos marcados y la manera que su mano disimuladamente rozaba mi pierna me tenían un poco incomoda y muy excitada.

Ya en la casa una picada de arrepentimiento me atacó, tenía tiempo de sobra y su número de teléfono, pero al mismo tiempo tenía una fuerte discusión entre mi necesidad y mi sentido común, estaba casada con el hombre del que me enamoré desde que tenía catorce años, sin contar el tiempo en el que estuve enamorada de él sin decírselo "pero desde que es tu esposo ya no es el mismo" me reprendía mi necesidad buscando una excusa para llamar a Alexander, y odiaba admitirlo pero mi necesidad tenía razón, Aaron no era el mismo desde que nos casamos, el interponer sus deseos sobre los míos, el pretender manipularme para que le pidiera perdón y que se enojara en vez de preocuparse porque dormí afuera me hacían sentir mal "habla con él y dile cómo te sientes, hazlo entrar en razón" me gritaba el sentido común, acababa de casarme y por la iglesia que no era lo mismo, al final decidí hacerle caso a mi sentido común, pero si Aaron no entraba en razón lo sentía mucho pero por primera vez en mi vida dejaría que la necesidad ganara esta batalla.

Ni siquiera supe a qué hora llegó, solo supe que desperté desnuda y con él a mi lado también desnudo ¿Acaso se aprovechó de mí mientras dormía? Esa pregunta me revolvió el estómago inmediatamente, me levanté, me duché restregando cada centímetro de mi cuerpo y bajé a preparar el desayuno, cuando lo escuché bajar las escaleras me limpié las lágrimas y fingí una falsa sonrisa.

—Buenos días cariño —lo saludé como si nada—. ¿Cómo la pasaste anoche?

—Bien, casi no tome así que —respondió mientras se servía el café—. Estoy fresco como una lechuga.

—Que bien —coloqué su plato frente a él—. Aaron yo quería hablar contigo sobre ciertas cosas que están pasando y que no me están gustando.

Él levantó la mirada pero no dijo nada.

—Creo que no estás actuando bien cuando te pones molesto por cosas sin razón y siento que no te preocupas conmigo tanto como me gustaría.

—¿Qué no me preocupo? Por Dios Larissa, ni un centavo de lo que ganas lo pones para la casa y te doy todo lo que pides.

—Pero yo nunca te he pedido nada —le repliqué confundida.

—¿Y esta casa qué? ¿No es suficiente? Si fuera por mí viviríamos con mis padres.

Yo bajé la mirada.

—Lo de enojarte sin motivos yo—

—¿Sabes algo Larissa? —Me interrumpió—. Tenía la fe, no, la esperanza de que preguntaras "cariño ¿Quieres ir conmigo a conocer a mis compañeros de trabajo?"

—Bueno yo... —iba a disculparme, pero después recordé lo que me dijo Alexander, además ¿Cómo iba a presentárselos? ni yo los conocía bien como compañeros de trabajo.

—¿Qué? —preguntó él con impaciencia.

—Será mejor que termine de lavar los platos —me coloqué de pie completamente resignada—. Una última pregunta.

—¿Qué? —preguntó de mal humor mientras comía.

—¿Por qué amanecí desnuda? —me giré para mirarlo.

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