27. Mentiras

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CHARLI DAMELIO

¿Es normal decepcionar a tus propios padres? Es decir, yo lo hice con los míos, pero, ¿por qué?

Debería estar con mi padres mientras ellos me preguntan si estoy bien, pero no. Estoy con la familia de Chase, dando lástima como siempre, dejando que vean como mis padres le dan cariño a mi hermana y yo... Bueno, soy yo, que más van a esperar.

Agradezco rotundamente que los padres de Chase no me pregunten sobre mis padres. Las hermanas de Chase llegaron hace un rato, son bastante agradables.

Logramos hacer que nos quitaran las esposas cuando llegamos a la comisaría, si no, estaría con las muñecas adoloridas.

—Disculpen —hablo levantándome de la silla—, iré al baño, vuelvo enseguida.

La madre de Chase asintió con una sonrisa.

Me dirigí al baño, unos escoltas quedaron afuera de este ya que temian que pudiera escapar, pero no lo haría, tampoco lo intentaría hacer. Después de todo, no soy tan mala para dejar a mis compañeros aquí.

El baño era grande, contaba con cuatro cubículos y lavamanos. Al terminar de hacer mis necesidades, salgo a lavarme las manos. Por el reflejo del espejo, veo a mi madre con una mirada de decepción.

—¿Cuándo terminarás de darnos problemas? —pregunta ella.

—¿Cuándo estarás orgullosa de mí?

Pregunté con un hilo de voz. Tenía un nudo en mi garganta. Si bien antes de que me mandaran al internado nuestra relación no era de lo mejor, por lo menos me veía como una hija.

—Cuando realmente me des una razón para estar orgullosa de ti —responde secamente.

—¿Me enviaste al internado para deshacerte de mí? —me acerco a ella en pasos lentos— ¿Así mismo como lo hiciste con Dixie?

Su mano estampó contra mi mejilla, dejando mi cabeza volteada hacia un lado. Mi vista se volvió borrosa rápidamente por las lágrimas.

—No te atrevas a hablar de tu hermana de esa manera.

—¿O si no qué?

—No sabes de lo que soy capaz, Charli.

—Claro que lo sé. Eres capaz de enviar a tus dos hijas a un internado con tal de estar sola sin qué preocuparte mientras te revuelcas con otros hombres en casa.

Su rostro se desfiguró.

—¿Cómo...?

—¿Que cómo lo sé? Pues fácil, nunca te preocupabas por si estaba en casa o no, se escuchaban tus malditos gemidos. Un día, tenía nueve años... —agaché la cabeza con la mirada en el suelo—. Iba a tu habitación a mostrarte un dibujo de nosotras dos... Y vi a un hombre en tu cama, y ese hombre no era papá... Yo no...

Me dió otra cachetada, aún más fuerte que la anterior. Pude sentir algo salado en mi boca, era sangre.

—Anda, sigue pegándome. Matame si quieres, estoy esperando eso desde hace tres años.

Los Misterios De Queen's | Tiktokers ¦ 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora