33. Cada Día Es Peor

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(cap corto, lo siento)

CHARLI D'AMELIO

Día 7

El día de hoy, las ilusiones ya empezaron. Cada que cierro los ojos, veo los recuerdos lindos, pero lamentablemente, falsos.

La droga ha estado haciendo efecto en mi sistema, más rápido de lo que creí. Siento como si fuese una persona completamente diferente.

Siento que peso menos. La falta de comida ha pasado de la cuenta. Puedo juntar mis dedos al cruzarlos alrededor de mi brazo.

-Tu ración de hoy, linda -escucho decir a Dylan.

Desde ayer que ya no estoy haciendo uso de los tapones, ya que con la droga, es como si escuchara a kilómetros de aquí.

Básicamente ya estoy entregada a la muerte, porque de aquí, no salgo nunca más.

Dylan se acerca con una inyección en mano y la inyecta en mi cuello, a estas alturas, no emito ningún sonido de dolor.

-Veo que ya te acostumbraste al dolor, ¿eh?

Asiento haciendo sonar el collar.

Debo tener alrededor de unos quince puntos en mi cuello tras las inyecciones de cada día.

Mi cuerpo pide más drogas, no tengo ni la menor idea de cual droga he estado 'consumiendo', ni por qué me está haciendo dependiente tan rápido.

—¿Por qué me haces esto? —las palabras salen por sí solos de mi boca.

—¿En serio lo preguntas?

Y bueno, la verdad era una pregunta estúpida.

Silencio.

Diré todo lo que tengo guardado, al fin y al cabo, moriré aquí.

—Arruinaste mi vida.

—Lo sé, pero dime, ¿qué quieres que haga?

—Solo tienes.. —el nudo en mi garganta me impide hablar bien—, solo tienes que abrir la maldita puerta y dejarme ir...

—Sabes que no haré eso.

—Solo tienes que abrir la jodida puerta... Y si no la abres ahora mismo, juro por dios que... Te odiaré hasta el día en que me muera.

—Odiame todo lo que quieras, linda.

—¿Por qué mierda me haces esto?

Silencio.

Me paro con agilidad de la cama gracias a que mis piernas fueron desatadas hace un par de horas. Me dirijo a la puerta y la pateo con fuerza. Los sollozos se apoderaron de mí.

—¡Sólo abre la maldita puerta!

—¡Ya me hartaste!

Este se dirige hacia mí con rabia, me toma con fuerza del cabello, tirándome hacia arriba, mis pies se despegaron del suelo, por un momento pensé que me quedaría sin pelo por la fuerza que utilizaba Dylan.

—¡Sueltame!

—¡Aquí soy yo el que manda!

—¡Me lastimas!

—¡Me importa una mierda!

Esta vez me toma por el cuello, cada vez apretando más fuerte, quitándome las posibilidades de respirar.

—De ahora en adelante, harás lo que yo te diga, eres mía.

—Yo... No soy de nadie.

—Dije que eres mía.

—¡Yo no soy un puto objeto al que puedes controlar a tu antojo!

Me suelta, haciéndome caer de rodillas al suelo, toso en reiteradas veces. Me siento demasiado vulnerable, estando arrodillada ante sus pies.

—Si vas a seguir haciéndome esto, matame de una vez.

—Si te mato no hay sufrimiento, y me divierte verte sufrir la verdad.

—¡Matame! ¡Matame de una puta vez!

La cara me arde. Su mano estalló sobre mi mejilla, tan fuerte, que hasta puedo creer que a él le dolió.

—Anda bajando el tonito conmigo, muñeca.

—Prefiero morir antes de doblegarme ante ti —espeto.

—Pues entonces anda doblegandote, porque la muerte es algo que verás en un tiempo, aún debo divertirme un poco contigo.

No digo nada.

Es una perdida de tiempo hablar o negociar con él. O intentar arremeter y pelear, porque mi cuerpo pesa, lamentablemente las drogas debilitan cada vez más mi cuerpo.

—Vete a dormir.

En silencio, obedezco. Me paro del suelo con un poco de dificultad al tener mis brazos atados, aunque Dylan no se esfuerza en hacer una ayuda alguna.

Con la mirada al suelo, me dirijo a mi camilla. Me subo en esta, mirando todo el tiempo hacia el blanco techo.

Dylan, antes de retirarse de la habitación, me inyecta otra ración de droga, haciendo que mi vista dé vueltas.

Día 10

Abro los ojos de golpe al sentir que no puedo moverme.

Estoy atada a la camilla, con las extremidades extendidas a lo largo de esta. Básicamente se podría decir que estoy en posición de estrella.

Mi ropa fue reemplazada por tan solo ropa interior, mi boca está cubierta por cinta, por lo cual es nefasto intentar gritar.

Escucho como la puerta se abre, dirijo mi mirada hacia allí, encontrándome nuevamente con un Dylan sonriendo egocentricamente.

Se acerca a mí y me saca la cinta de la boca de un tirón, haciendo que chille del dolor.

—Veo que despertaste.

—No, fíjate que duermo con los ojos abiertos

—A pesar de toda la droga en tu sistema sigues sin doblegarte hacia mí y con tu carácter de mierda, cada vez me sorprendes más.

—Sueltame y dame ropa.

—¿Aún no te queda claro que el que impone las reglas soy yo?

—Te lo estoy pidiendo de buena manera, te lo digo en serio.

—Oh, linda, créeme que no eres la única que habla en serio.

Sin cuidado alguno, se sube sobre mí. Me renuevo intentando safarme, pero es nulo. Me siento tan entregada a todo, a él. Aquí, atada a una camilla y en ropa interior.

Para hombres como él, su debilidad son las mujeres que están a su antojo, y aún más, en ropa interior, o de preferencia, desnudas.

—Dylan.. —hablo cuando empieza a besar mi cuello—, esto ya no tiene gracia, sueltame.

—Shh...

Con una mano tapa mi boca, a lo que yo la muerdo con fuerza.

—Bien, ¿te harás la difícil? Adelante.

Empieza a romper mi ropa interior sin cuidado alguno, dejándome desnuda, dejando que el pueda hacer lo que quiera con mi cuerpo a destajo.

Empiezo a llorar silenciosamente.

Empieza a tocar fuertemente mi cuerpo, yo grito pero él no para.

—¡Sueltame! ¡Dylan!

Después de tantos gritos, quejas, lágrimas, hace lo que quiso hacer desde un principio conmigo.

Pasó.

Él me violó.

Los Misterios De Queen's | Tiktokers ¦ 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora